Página 240 - El Ministerio Pastoral (1995)

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El Ministerio Pastoral
hermanos, y esté dispuesto a ser instruido, usted no podrá tener una
parte con el pueblo de Dios.—
Testimonies for the Church 1:319
.
Hay peligro en hacer demasiado por sanar dificultades
—Los
que creen sinceramente en la verdad son entristecidos y ven sus prue-
bas y pesares muy acrecentados por causa de los elementos que están
entre ellos y que los molestan, los desalientan y los descorazonan
en sus esfuerzos. Pero el Señor quiere enseñarles a sus siervos una
lección de gran cuidado en todos sus movimientos. “Dejad crecer
juntamente lo uno y lo otro”. No arranquéis por la fuerza la cizaña,
no sea que al desarraigarla, se desarraiguen también las preciosas
plantas. Tanto los ministros como los miembros de la iglesia deben
ser cautelosos, no sea que manifiesten un celo que no esté de acuerdo
con el conocimiento. Hay peligro de hacer demasiado para curar
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en la iglesia dificultades que, si se las dejara en paz, con frecuen-
cia se solucionarían solas. Es una conducta equivocada intervenir
prematuramente en cualquier iglesia. Debemos ejercer el mayor
cuidado, paciencia y dominio propio para soportar estas cosas, y
no dedicarnos a ponerlas en orden, trabajando con nuestro propio
espíritu.—
Joyas de los Testimonios 1:310, 311
.
La actitud en la disciplina
Jesús demostró amor y ternura hacia los que yerran
Pienso en la búsqueda del pastor por la oveja perdida, y [la historia
de] el hijo pródigo. Deseo que estas parábolas tengan influencia
sobre mi corazón y mente. Pienso en Jesús—qué amor y ternura
manifestó él por el hombre errado y caído; y luego pienso en el
juicio severo que uno pronuncia sobre su hermano que ha caído en
la tentación, y mi corazón se enferma. Veo los corazones de hierro, y
pienso que debemos orar pidiendo corazones de carne. ¡Oh, cuánto
anhelo que Cristo venga! ¡Cuánto anhelo que ponga las cosas en
orden! Ven, Señor Jesús, y ven pronto, es mi oración.—
Manuscript
Releases 16:339
.
No quite la estima propia del que yerra, sino véndelo y sáne-
lo
—Nosotros hemos de aprender una lección de bondad y miseri-
cordia de la vida de abnegación del Padre. Hemos de estudiar cómo
mostrar nuestra simpatía y amor a otros. Así como hemos recibido
este don inestimable, así lo hemos de impartir. Hemos de aprender