Página 25 - El Ministerio Pastoral (1995)

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La devoción personal
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religiosos y por la oración secreta. Frecuentemente se los escucha
hablar de dudas y descreimiento, y se espacían en las tremendas
luchas que han tenido que librar con sentimientos ateos. Se detienen
en las influencias desalentadoras que afectan de tal modo su fe,
esperanza y valor en relación con la verdad y el éxito final de la obra
y la causa a la que están entregados, que la duda se transforma en
una virtud especial. A veces parece que realmente se complacieran
en insistir en la posición del infiel y fortalecer su descreimiento con
cada caso que puedan encontrar como excusa de sus tinieblas. A los
tales les diría: Sería mejor que bajaran y dejaran los muros de Sión
hasta que lleguen a ser hombres convertidos y buenos cristianos.
Antes que toméis la responsabilidad de ser ministros, Dios requiere
que os separéis del amor por este mundo. La recompensa de los que
continúan en esta posición dudosa será la que reciban los temerosos
e incrédulos.—
Testimonios para la Iglesia 2:455, 456
.
Cristo unió la oración con el trabajo
—Cuando el pastor está
sobrecargado de trabajo, con frecuencia tiene su tiempo tan ocupado
que a duras penas encuentra la ocasión de examinarse a sí mismo
para ver si está en la fe. Tiene poquísimo tiempo para meditar y orar.
Cristo unió en su ministerio la oración con el trabajo. Dedicó noches
enteras a la oración. Los ministros deben buscar a Dios para recibir
su Espíritu Santo, a fin de presentar correctamente la verdad.—
El
Evangelismo, 71
.
La meditación
Casi todos descuidan examinar su propia vida
—Me fue mos-
trado que muchos corren el gran peligro de fracasar en el logro de la
perfecta santidad en el temor del Señor. Los ministros están en peli-
gro de perder sus propias almas. Algunos de los que han predicado
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a otros serán ellos mismos rechazados porque no han perfeccionado
un carácter cristiano. A pesar de su esfuerzo no salvan almas, ni aun
salvan la suya propia. No ven la importancia del conocimiento y
del control propios. No velan y oran, para no entrar en tentación.
Si velaran, reconocerían sus puntos débiles, donde seguramente la
tentación los atacará. Al velar y orar pueden proteger de tal modo
sus puntos más débiles que se transformarán en los más fuertes, y
pueden enfrentar la tentación sin ser vencidos. Cada seguidor de