Página 309 - El Ministerio Pastoral (1995)

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El liderazgo de los jóvenes
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negligentes y sin esperanza.—
Consejos sobre la Obra de la Escuela
Sabática, 85
.
Cristo se entristece con cada palabra dura, severa y descon-
siderada que se dirija a los niños
—Manifiéstense la bondad y la
cortesía del ministro en su trato con los niños. Debe siempre tener
presente que son hombres y mujeres en miniatura, miembros jóvenes
de la familia del Señor. Pueden estar muy cerca del Maestro y serle
muy caros, y si se los instruye y disciplina debidamente, le prestarán
servicio aun en su juventud. Cristo se siente entristecido por cada
palabra dura, severa y desconsiderada que se dirija a los niños. No
se respetan siempre sus derechos, y se los trata con frecuencia como
si no tuviesen un carácter que necesita desarrollarse debidamente a
fin de no torcerse, para que el propósito de Dios no fracase en su
vida.—
Joyas de los Testimonios 1:530
.
En cada sermón, deje un rinconcito para los niños
—En su
comisión al apóstol Pedro, el Salvador le dijo primero: “Apacienta
mis corderos”, y después le mandó: “Apacienta mis ovejas”. Al
dirigirse al apóstol, Cristo le dice a cada uno de sus siervos: “Apa-
cienta mis corderos”. Cuando Jesús amonestó a sus discípulos a
no despreciar a los pequeñitos, les habló a todos sus discípulos de
todas las edades. Su propio amor y cuidado por los niños es un
precioso ejemplo para sus seguidores. Si los maestros de la escuela
sabática sintieran el amor que debieran sentir hacia estos corderos
del rebaño, muchos más serían ganados para el redil de Cristo. En
cada oportunidad conveniente, cuéntese a los niños la historia del
amor de Jesús. En cada sermón dígase algo que sea de beneficio para
ellos. El siervo de Cristo puede tener amigos duraderos entre estos
pequeñitos, y sus palabras pueden ser para ellos como manzanas de
oro en canastillos de plata.—
Consejos sobre la Obra de la Escuela
Sabática, 84
.
Los niños deben asistir al culto de adoración
—Los padres y
las madres debieran convertir en una regla que sus hijos asistan al
culto de la iglesia durante el sábado, y debieran reforzar esa regla con
su propio ejemplo. Nuestro deber es guiar a nuestros hijos y a nuestra
casa tras de nosotros, como lo hizo Abrahán. Tanto por ejemplo
como por precepto, debiéramos impresionar en ellos la importancia
de las enseñanzas religiosas. Todos los que han formulado los votos
bautismales se han consagrado solemnemente al servicio de Dios.