Página 32 - El Ministerio Pastoral (1995)

Basic HTML Version

28
El Ministerio Pastoral
Los ministros no deben permitir que nuestras doctrinas
sean corroídas
—En una escena que pasó ante mí, vi cierta obra
hecha por los médicos misioneros. Nuestros hermanos dirigentes la
contemplaban, observando lo que se hacía, pero no parecían com-
prenderlo. El fundamento de nuestra fe, que fue establecido con
tanta oración, con tan fervoroso escudriñamiento de las Escrituras,
estaba siendo demolido columna tras columna. Nuestra fe iba a que-
dar sin fundamento sobre el cual apoyarse; se eliminó el santuario,
se eliminó la expiación. ...—
Alza tus Ojos, 150
.
[32]
No predique sólo la parte de la verdad que le agrada a la
gente
—Pablo le exhortó a Timoteo, “Procura con diligencia presen-
tarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse,
que traza bien la Palabra de verdad”. Nosotros hemos de dar el men-
saje de advertencia al mundo, y ¿cómo estamos haciendo nuestro
trabajo? Hermanos, ¿estamos predicando esa parte de la verdad que
le agrada a la gente, mientras que otras áreas del trabajo son dejadas
sin hacer? ¿Será necesario que otra persona venga detrás de vosotros
para urgir a las personas a cumplir fielmente con su deber de traer
los diezmos y las ofrendas a la tesorería de Dios? Este es el trabajo
del ministro, pero ha sido tristemente descuidado. El pueblo le ha
robado a Dios, y el mal ha sido permitido porque el ministro no
ha querido desagradar a sus miembros. Dios llama a estos obreros
mayordomos infieles. El cargo hacia sus siervos es, “Que instes a
tiempo y fuera de tiempo. Convence, reprende y anima, con toda
paciencia y doctrina”. Si los subpastores cumplen con su deber
con fidelidad, cuando el Pastor jefe aparezca les dará “una corona
de gloria incorruptible”. Daniel vio su recompensa, y dijo: “Y los
entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y
los que enseñan a justicia la multitud, como las estrellas a perpetua
eternidad”.—
The Review and Herald, 8 de julio de 1884
.
Huya del ardiente deseo de encontrar algo nuevo y presen-
tarlo como una nueva luz
—Si tan solo supiéramos lo que está
ante nosotros, no nos dilataríamos tanto en hacer la obra del Señor.
Hay ministros y obreros que presentarán una trama de disparatadas
falsedades como verdades probadas, así como los rabinos judíos
presentaban las máximas de los hombres como pan celestial. Estas
son dadas al rebaño de Dios como su porción de alimento a su debi-
do tiempo, mientras que las pobres ovejas están hambrientas por el