Página 68 - El Ministerio Pastoral (1995)

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El Ministerio Pastoral
da; pues no hay ayuda para nosotros en ninguna otra forma.—
The
Review and Herald, 5 de abril de 1892
.
Las asociaciones no deben descuidar a los ministros ancia-
nos
—Si veo que los que están en posiciones de responsabilidad
descuidan a ministros ancianos, debo presentar el asunto a aquellos
cuyo deber es cuidarlos. Los ministros que han realizado fielmente
su obra no han de ser olvidados ni descuidados cuando se quebrante
su salud. Nuestras asociaciones no han de descuidar las necesidades
de los que han llevado las responsabilidades de la obra. Después de
que Juan había envejecido en el servicio del Señor fue desterrado a
Patmos. Y en esa isla solitaria recibió más comunicaciones del cielo
que las que había recibido durante el resto de su vida.—
Mensajes
Selectos 1:38
.
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No deben transar con aquellos que han apostatado, sino tra-
tarlos bondadosamente
—Nosotros no hemos de extender nuestros
brazos a los hombres que son obras maestras de Satanás por haber
hecho su voluntad, como los opositores en el campamento de Ade-
laide. La verdad ha de presentarse con amonestaciones que hagan
temblar los corazones en contrición delante de Dios. El testimonio
bien definido y claro debe ser profesado... No hay que transar con
aquellos que han apostatado, pero hay que tratarlos bondadosamente,
no dando ocasión para que hablen mal de nosotros.—
Manuscript
Releases 9:363
.
Mantenga los errores de los ministros en un círculo tan pe-
queño como sea posible
—Con frecuencia es necesario reprender
claramente el pecado y el mal. Pero los ministros que trabajan por la
salvación de sus semejantes no deben ser implacables con los errores
de unos y otros ni hacer resaltar sus defectos. No deben exponer
ni reprender sus debilidades. Deben preguntarse si, en caso de que
otro siguiese esta conducta con ellos mismos, produciría el efecto
deseado; ¿aumentaría su amor por el que recalcase sus errores, o
acrecentaría su confianza en él? Especialmente los errores de los
ministros dedicados a la obra de Dios deben ser mantenidos en un
círculo tan pequeño como sea posible, porque son muchos los débi-
les que se aprovecharían del saber que los que ministran en palabra
y doctrina tienen debilidades como los otros hombres. Es algo muy
cruel que las faltas de un ministro sean expuestas a los incrédulos
si ese ministro es tenido por digno de trabajar en lo futuro por la