La ética pastoral
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reprensiones, advertencias y ruegos, pero que han escondido sus ma-
los caminos, y han continuado en ellos, desafiando de esta manera
las leyes del Dios del cielo al practicar la fornicación. Podemos dejar
que se ocupen en su propia salvación con temor y temblor, después
que se haya hecho todo lo posible para reformarlos; pero en ningún
caso podemos confiarles la custodia de las almas. ¡Falsos pastores!
¿Será posible que los hombres que han estado ocupados en esta obra
por tanto tiempo corrompan sus caminos delante del Señor a pesar
de su gran experiencia y de la luz especial que tienen?—
Testimonios
para los Ministros, 428
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