Capítulo 10—La apariencia personal
La indumentaria del obrero no es un asunto trivial
—
Nuestras palabras, nuestras acciones y nuestra indumentaria predican
diariamente y en forma vívida, y juntan para Cristo o dispersan. Esto
no es un asunto trivial, que se ha de dejar a un lado como una broma.
El tema de la indumentaria exige seria reflexión y mucha oración.
Muchos incrédulos han sentido que no han estado haciendo bien al
permitir que los esclavizara la moda; pero cuando ven vestirse como
los mundanos y gozar de una sociedad frívola a algunas personas
que hacen alta profesión de piedad, deciden que una conducta tal no
debe ser mala.—
Joyas de los Testimonios 1:596
.
El santuario muestra que Dios tiene una preferencia en
cuanto a la indumentaria de quienes ministran para él
—No de-
be haber negligencia...[en el vestir]. Por amor a Cristo, cuyos tes-
tigos somos, debemos tratar de sacar el mejor partido de nuestra
apariencia. En el servicio del tabernáculo, Dios explicó todo detalle
concerniente a las vestiduras de los que ministraban delante de él.
Esto nos enseña que él tiene una preferencia en cuanto a la indumen-
taria de los que le sirven. Fueron muy específicas las instrucciones
dadas acerca de las vestiduras de Aarón, porque eran simbólicas.
Así la indumentaria de los que siguen a Cristo, debe ser simbólica.
En todas las cosas, hemos de ser representantes de él. Nuestra apa-
riencia en todo respecto debe caracterizarse por el aseo, la modestia
y la pureza. Pero la Palabra de Dios no sanciona el hacer cambios
en el atavío meramente por seguir la moda, a fin de conformarse
al mundo. Los cristianos no han de adornar su persona con atavíos
costosos o adornos caros.—
El Evangelismo, 230
.
[74]
La apariencia del pastor
Ya sea en el púlpito o fuera del púlpito, su apariencia es
importante
—La obra en la que estamos comprometidos es una obra
responsable y exaltada. Los que ministran la Palabra y la doctrina
68