Página 90 - El Ministerio Pastoral (1995)

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El Ministerio Pastoral
te tendréis recompensas. Si el ministro y su esposa pueden ocuparse
juntamente en esta obra, debieran hacerlo.—
El Evangelismo, 321
.
La remuneración de las esposas
Algunas esposas deben recibir remuneración
—Hay esposas
de ministros, como las hermanas Starr, Haskell, Wilson y Robinson,
que son obreras de corazón, dedicadas y entregadas, dando estudios
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bíblicos y orando con las familias, ayudando con esfuerzo personal,
tan exitosamente como sus esposos. Estas mujeres dan todo su
tiempo, y se les ha dicho que a ellas no se le paga por su trabajo
porque sus esposos reciben sueldos. Yo les digo que sigan adelante
y que tales decisiones serán cambiadas. La Palabra dice, “El obrero
es digno de su salario”. Cuando se tomen decisiones como ésta, yo
protestaré, en el nombre de Cristo. Sentiré que es mi responsabilidad
crear un fondo del dinero de mis diezmos, para pagarle a estas
mujeres que están realizando un trabajo tan esencial como el que
realizan los ministros, y apartaré este diezmo para la misma línea de
trabajo como la de los ministros, buscando almas, pescando almas.
Yo sé que a las mujeres fieles se les debe pagar sueldos en proporción
al sueldo que reciben los ministros. Ellas sienten la responsabilidad
por las almas, y no deben ser tratadas injustamente. Estas hermanas
están donando su tiempo para educar a los nuevos conversos, y se
pagan a sí mismas por el trabajo realizado, y le pagan a quienes
trabajan para ellas. Todas estas cosas deben ser corregidas y puestas
en orden, y se debe hacer justicia a todos. Las correctoras de pruebas
en la oficina reciben su salario, dos dólares y medio a tres por
semana. Esto lo he tenido que pagar yo, y otros también lo tienen
que pagar. Pero las esposas de los ministros que llevan una tremenda
responsabilidad, dedicando todo su tiempo, no reciben nada por su
trabajo.—
Manuscript Releases 12:160, 161
.
A veces hemos cometido una injusticia, al no pagarle a las
esposas competentes
—Se ha cometido a veces una injusticia para
con mujeres que trabajan con tanta consagración como sus esposos,
y que son reconocidas por Dios como necesarias para la obra del
ministerio. El método de pagar a los obreros varones, y de no pagar
a sus esposas que participan de sus labores, no es un plan conforme
al mandato del Señor, y si se lleva a cabo en nuestras asociaciones,