Página 113 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

Basic HTML Version

Relación entre la casa editora y la iglesia
109
las reglas que son necesarias. Manifestad confianza en su juicio
y respeto por su autoridad. Enseñad a vuestros hijos a respetar y
honrar a aquellos a quienes Dios ha demostrado respeto y honra
al colocarlos en puestos de confianza.—
Joyas de los Testimonios
3:171-174
.
Deberes de la casa editora hacia la iglesia
—Los que ocupan
puestos de responsabilidad en las casas editoras no debieran dejarse
absorber por el trabajo a tal punto que no les quede tiempo para
ocuparse en las cosas espirituales. Si este interés se mantiene muy
vivo en la casa editora, ejercerá una influencia poderosa en la iglesia;
y si es vivo en la iglesia, se hará sentir con fuerza en la casa editora.
La bendición de Dios descansará sobre la obra si es dirigida de tal
manera que las almas sean conducidas a Cristo.
Todos los obreros de nuestras casas editoriales que profesan el
nombre de Cristo, deben ser activos en la iglesia. Es de esencial
importancia para su vida espiritual que aprovechen todo medio de
gracia. Ellos obtendrán fuerza, pero no permaneciendo como espec-
tadores, sino haciéndose obreros. Cada uno deberá estar inscrito en
algún grupo que realice un trabajo regular y sistemático en relación
[131]
con la iglesia. Todos deben comprender que tal es su deber como
cristianos. Por sus votos bautismales se comprometieron a hacer todo
lo que está en su poder para edificar la iglesia de Cristo. Mostradles
que así lo exigen su amor a Dios y su lealtad hacia su Redentor,
hacia el ideal de la humanidad verdadera, hacia la institución para la
cual trabajan. No pueden ser siervos fieles de Cristo, no pueden ser
hombres y mujeres realmente íntegros, ni obreros aceptables en la
institución de Dios, si descuidan estos deberes.
Los que dirigen la institución en sus diferentes ramos deben velar
especialmente para que la juventud contraiga buenas costumbres a
este respecto. Cuando ella descuida las reuniones, cuando se aparta
de sus deberes hacia la iglesia, buscad la causa. Mediante esfuerzos
llenos de tacto y de bondad, tratad de despertar a los negligentes y
haced revivir el interés que vacila.
Nadie debe hallar en su trabajo un pretexto para descuidar el
servicio sagrado del Señor. Más valdría poner a un lado su trabajo
que descuidar sus deberes hacia Dios.—
Joyas de los Testimonios
3:176, 177
.