Página 114 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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El Ministerio de Publicaciones
Inversiones de dinero en la casa editora
—El Señor invita a
su pueblo a levantarse y mostrar su fe por sus obras. En tiempos
pasados, cuando éramos pocos, cuando los que podían hacerlo pen-
saban que debían interesarse en nuestra casa editora, sus oraciones y
sus contribuciones, el fruto de su esfuerzo perseverante y abnegado,
eran considerados por Dios como dulce sabor. Nuestros hermanos
y hermanas que han recibido el precioso pan de vida por medio de
nuestras publicaciones, debieran estar más dispuestos todavía a dar
de sus recursos para sostener la causa, que lo que estaban los que
amaban la verdad en años pasados.
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Hermanos, Dios os bendecirá al manifestar vuestro interés en
nuestras casas editoras convirtiéndolas en vuestra propiedad. Los
que no tienen intereses financieros en estas instituciones tienen el
privilegio de invertir sus recursos en esta buena obra. Necesitamos
vuestra simpatía, vuestras oraciones y vuestros recursos financieros.
Necesitamos vuestra sincera cooperación. Esperamos que todos
aquellos cuyos corazones el Señor haga voluntarios vendrán para
invertir sus recursos en estas instituciones. ¿Es verdad realmente
que tenemos el mensaje de misericordia para darlo al mundo? ¿Es
verdad realmente que tenemos el último mensaje de misericordia
que debe darse al mundo? ¿Es verdad que la obra pronto terminará?
Así lo asegura la Palabra de Dios. El fin de todas las cosas está
cerca. Entonces hay que difundir la advertencia en todas partes del
mundo...
No tenéis nada que perder. Invertid vuestros recursos donde ha-
gan el bien; esparcid los rayos de luz en los lugares más tenebrosos
de la tierra. En su obra no existe el fracaso. Es vuestro privilegio
y deber hacer ahora lo que vuestros hermanos hicieron cuando la
causa de la verdad contaba con sólo pocos amigos. Adquirid accio-
nes en nuestras casas editoras, para que sintáis que os interesáis en
ellas. Muchos invierten su dinero en especulaciones mundanas, y
al hacerlo pierden hasta el último centavo. Os pedimos que demos-
tréis vuestra liberalidad para hacer inversiones en nuestra obra de
Las primeras instituciones adventistas se edificaron con dinero cambiado por títulos
de acciones. Los creyentes, con el tiempo, recibían pago de las corporaciones o bien
donaban sus acciones. En la mayor parte de los casos la institución se quedaba con las
utilidades producidas por las acciones y pagaba su valor nominal, con el consentimiento
de los accionistas.