Página 123 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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No un liderazgo monárquico, sino semejante al de Cristo
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nes de sus propias mentes ingeniosas. ¿Pero cómo caen los hombres
en ese error? Comienzan con premisas falsas y luego aportan toda
clase de pruebas para hacer que el error parezca verdad. En algunos
casos los primeros principios tienen una cierta cantidad de verdad
entretejida con el error, pero no conduce a ninguna acción justa; por
eso es que los hombres son engañados. A fin de hacerse poderosos y
reinar, ponen en práctica los métodos de Satanás para justificar sus
propios principios. Se exaltan a sí mismos como hombres de juicio
superior, y se alzan como representantes de Dios. Estos son dioses
falsos.—
Carta 55, 1895
.
El hombre pecador encuentra esperanza y justicia únicamente
en Dios; pero ningún ser humano sigue siendo justo después de
haber perdido su fe en Dios y su conexión vital con él. Una flor del
campo tiene que tener su raíz hundida en la tierra; debe tener aire,
rocío, lluvia y luz solar. Florecerá solamente mientras reciba estos
elementos vitalizadores, y todos ellos vienen de Dios. Lo mismo
sucede con los hombres. Recibimos de Dios lo que satisface las
necesidades del alma. Se nos advierte que no debemos confiar en
el hombre, que no debemos convertir la carne en nuestro brazo de
apoyo. Se pronuncia una maldición contra todos los que lo hagan.—
Carta 55, 1895
.
Peligros previstos en una visión en Salamanca
—Durante la
noche del 3 de noviembre de 1890 en Salamanca, Nueva York, y
mientras permanecía en comunión con Dios, fui arrebatada y condu-
cida para presenciar reuniones en diversos Estados, donde presenté
un decidido testimonio de reprobación y advertencia. Sesionaba un
concilio de ministros y hombres responsables de la casa editora y
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otras instituciones en Battle Creek. Escuché a los que estaban allí
reunidos, con un espíritu grosero y tosco, presentar puntos de vista e
instar a que se tomaran ciertas medidas que me llenaron de aprensión
y de angustia
Una de esas medidas propuestas recomendaba que la revista
Centinela
, periódico
de libertad religiosa, dejara de publicarse a menos que en sus páginas se incluyeran sólo
noticias sobre las relaciones entre la Iglesia y el Estado, con escaso o ningún espacio
para divulgar el mensaje adventista. La Sra. White se opuso a este plan de invención
puramente humana. No hemos de hacer menos prominentes las verdades especiales que
nos han separado del mundo y que nos han hecho lo que somos... Con la pluma y de viva
voz hemos de proclamar la verdad al mundo”.
Notas Biográficas de Elena G. de White,