Página 128 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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El Ministerio de Publicaciones
el libro ejercerán su influencia sobre los colportores y otros agentes
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para estorbar su venta, y esto sin tomar en cuenta el valor del libro.
Y cuando todas las instituciones se fusionen con la que es más
grande—esto es, medida por su poder de control—, ésta ciertamente
se convertirá en un poder dominante, y si los principios de acción
de la institución más poderosa están corrompidos, como es ahora el
caso, y ha sido en la historia pasada, todas las demás instituciones
seguirán el mismo camino, porque en caso contrario se opondrá
contra ellas una influencia perjudicial decidida. La dificultad no
yace en la institución sino en sus miembros.
Esta disposición a poner a los hombres en situaciones difíciles
cuando no podéis influir para que acepten vuestras ideas, no está de
acuerdo con el orden de Dios. Los que proceden de esta manera,
cuando les conviene, están induciendo a las almas a la incredulidad
y la tentación, y empujándolas hacia el campo de batalla de Satanás.
Olvidan que Dios los tratará en la misma forma como ellos han
tratado a sus semejantes. La causa de Dios no debe ser modelada por
un hombre, ni por media docena de hombres. Todos sus mayordomos
responsables deben llevar una parte tanto en la preparación como en
la ejecución de los planes. Los hombres no deben olvidar que el Dios
del cielo es un Dios de justicia, en quien no existe la parcialidad
ni la hipocresía. No obrará con el egoísmo humano ni aprobará
sus planes para privar a una sola alma de sus derechos sólo porque
pueden presionarla sin consideración, y formular declaraciones y
hacer planes que la hacen capitular o bien la dejan indefensa...
Dios debe ser glorificado o su verdad debe sostenerse sin ne-
cesidad de negocios poco honrados y sin ventajas fraudulentas. El
dinero que se ha adquirido de este modo para llenar la tesorería no
beneficiará a nadie, porque el Señor no obrará con los pecados de
opresión y egoísmo.
Debiera escribirse en la conciencia, como con instrumento de
hierro en la roca, que nadie puede obtener verdadero éxito mientras
viola los principios eternos de la justicia.—
Carta 4, 1895
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Sp. TPW
13-15
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Dios obra para humillar el orgullo humano
—No existen car-
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gos que sean tan elevados que Dios no pueda separar de ellos a
quienes los ocupan. No existe una humillación tan grande de la cual
Dios no pueda elevar a hombres humildes para que disfruten de las