Página 16 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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El Ministerio de Publicaciones
Middletown; pero aquel día le pidió prestado al Hno. Belde
un
carro con su caballo para llevar a casa los ejemplares del periódico.
Traídas a la casa las valiosas hojas impresas, las pusimos en el
suelo, y luego se reunió alrededor un pequeño grupo de personas
interesadas. Nos arrodillamos junto a los periódicos y, con humilde
corazón y muchas lágrimas, suplicamos al Señor que otorgase su
bendición a aquellas páginas impresas, mensajeras de la verdad.
Después que doblamos los periódicos, mi esposo los envolvió en
fajas dirigidas a cuantas personas él pensaba que los leerían, puso el
conjunto en un maletín, y los llevó a pie al correo de Middletown.
Durante los meses de julio, agosto y septiembre se imprimieron
en Middletown cuatro Números del periódico, de ocho páginas cada
uno. Antes de mandar los ejemplares al correo, los extendíamos
siempre ante el Señor y ofrecíamos a Dios fervorosas oracione mez-
cladas con lágrimas para que él derramase sus bendiciones sobre los
silenciosos mensajeros. Poco después de publicar el primer número,
recibimos cartas con recursos destinados a continuar publicando el
periódico, y también recibimos las buenas noticias de que muchas
almas abrazaban la verdad.
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El comienzo de esta obra de publicaciones no nos estorbó en
nuestra tarea de predicar la verdad, sino que íbamos de población
en población, proclamando las doctrinas que tanta luz y gozo nos
habían dado, alentando a los creyentes, corrigiendo errores y po-
niendo en orden las cosas de la iglesia. A fin de llevar adelante la
empresa de publicaciones y al propio tiempo proseguir nuestra labor
en diferentes partes del campo, el periódico se trasladaba de vez en
cuando a distintas poblaciones...
Se imprime en Oswego, Nueva York—
En los meses de oc-
tubre y noviembre de 1849, mientras viajábamos, había quedado
en suspenso la publicación del periódico, aunque mi esposo toda-
vía sentía el deber de redactarlo y publicarlo. Alquilamos una casa
Los esposos White vivían en ese tiempo en varias habitaciones que ocupaban en el
segundo piso del hogar de Albert Belden, en Rocky Hill. Posteriormente Elena de White
recordó en una carta escrita a Stephen Belden, hijo de Albert: “Recuerdo que mi esposo
escribía sus editoriales sentado en una silla con asiento de junco... Cuando las revistas
llegaban de la imprenta, las doblábamos sobre una mesa en una habitación de la casa del
coronel Chamberlain. Luego las colocábamos en el suelo y nos inclinábamos ante Dios
en oración, para pedirle su bendición especial sobre ellas”.
Carta 293, 1904
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