Página 167 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

Basic HTML Version

Reproche divino por ignorar el consejo
163
ha enviado, o bien he actuado siguiendo mi propia voluntad?”
Permitamos que el Dios que examina nuestra conciencia repro-
che al que yerra, y que todos se inclinen ante él con humildad y
arrepentimiento, dejando de lado toda actitud de fariseísmo y va-
nagloria; que todos confiesen y abandonen todo pecado, y pidan
perdón a Dios, en el nombre del Redentor. Dios ha dicho: “Y al que
viene a mí, nunca lo echo fuera”.
Juan 6:37
. Y los que se presentan
ante él con sinceridad serán perdonados y justificados, y recibirán
poder para ser hijos de Dios.
Oro para que los que se han opuesto a la luz y la evidencia,
que han rehusado escuchar las advertencias de Dios, puedan ver en
la destrucción de la Review and Herald una llamada para que se
vuelvan a Dios con toda sinceridad. ¿No comprenderán que Dios
trata en serio con ellos? No procura destruir vidas, sino salvarlas. En
la reciente destrucción, Dios en su gracia preservó las vidas de los
obreros, para que todos tuvieran oportunidad de ver que Dios estaba
corrigiendo por medio de un mensaje que no procedía de una fuente
humana, sino de arriba. El pueblo de Dios se ha apartado de él; no
ha obedecido sus instrucciones, y él ha llevado su acción correctiva
cerca de ellos; pero no ha producido pérdida de vidas. Nadie perdió
la vida. Todos han quedado vivos para que reconozcan el Poder que
ningún hombre puede contradecir.
Alabemos al Señor porque ha considerado tan valiosas las vidas
de sus hijos. Pudo haber destruido a los obreros por su desobe-
diencia y autosuficiencia. ¡Pero no lo hizo! El dice: “Tendrán otra
oportunidad. Dejaré que el fuego les hable y observaré para ver si se
oponen a la acción de mi providencia. Los probaré con fuego y veré
si aprenden la lección que deseo enseñarles”.—
Testimonies for the
Church 8:101-103
.
Peligro de los dirigentes que exaltan su voluntad
—Se me ha
dicho que los que insisten en seguir por un camino equivocado a
pesar de las lecciones enseñadas por el incendio del Sanatorio y
la Casa Editora Review and Herald, están manifestando la misma
[193]
terquedad de Faraón. Están rehusando recibir las amonestaciones de
los juicios celestiales, y siguen avanzando sin comprender que estos
eventos deben inducirlos a escudriñar cuidadosamente sus corazo-
nes y a humillarse delante de Dios. A menos que se arrepientan, el
Señor ciertamente repartirá sus juicios, tal como repartió los juicios