Página 169 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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Reproche divino por ignorar el consejo
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Las supersticiones satánicas asumirán en el futuro nuevas for-
mas. Falsas teorías revestidas con ropaje luminoso se presentarán al
pueblo de Dios. De este modo Satanás tratará de engañar, si fuera
posible, a los escogidos. Nuestra consigna debe ser: “A la ley y
al testimonio. Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha
amanecido”.
Isaías 8:20
.—
Carta 238, 1903
.
Advertencia: Battle Creek no debe reconstruirse
—Ayer en
la mañana nos enteramos de que las instalaciones de la Review and
Herald se habían incendiado y habían quedado totalmente destruidas.
¡Cuán lamentable es esto! No sabemos todavía el monto financiero
de la pérdida que esto significará para la causa. Oí que no se había
salvado nada.
Este desastre podría introducir un cambio definido en los asun-
tos de la casa editora. Espero que nuestros hermanos aprendan la
lección que Dios está tratando de enseñarles, y que no reconstruirán
la casa editora en Battle Creek. Dios propone que no nos establezca-
mos en las ciudades, porque en el futuro nos esperan tiempos muy
tormentosos.—
Carta 2, 1903
.
La dispersión de Battle Creek esparcirá la luz
—Con las cala-
midades ocurridas en Battle Creek hemos recibido una amonestación
de Dios. No pasemos por alto descuidadamente esta amonestación
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sin tratar de comprender su significado. Habrá algunos que dirán:
“Por supuesto, la Review and Herald tiene que ser reedificada en
Battle Creek”.
¿Por qué permitió Dios que Jerusalén fuera destruida por fuego
la primera vez? ¿Por qué permitió que su pueblo fuera vencido por
sus enemigos y llevado cautivo a países paganos? Fue porque habían
sido infieles en su tarea de ser misioneros y construyeron murallas
de separación entre ellos y la gente que vivía a su alrededor. El Señor
los esparció para que el conocimiento de su verdad fuera llevado a
todo el mundo. Si hubieran sido leales, fieles y sumisos, Dios los
habría llevado nuevamente a su tierra.—
Manuscrito 22, 1903
.
El Señor me dijo que a menos que el pueblo respondiera a las
amonestaciones que les había enviado, inevitablemente los espar-
ciría de Battle Creek... El Señor me dijo que debo presentar estas
advertencias a su pueblo en otras partes del mundo, quienes no las
han escuchado, y aunque han asistido a juntas y concilios en Battle