Página 20 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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El Ministerio de Publicaciones
para doblar las grandes hojas de papel, me acarreé un fuerte dolor
de hombro que persistió durante muchos años.
Como habíamos planeado un viaje hacia el este, ahora que nues-
tro hijo se había restablecido y podía viajar, nos embarcamos hacia
Utica. En ese lugar nos despedimos de la Hna. Bonfoey, de mi her-
mana Sara y de nuestro hijito, y continuamos viajando hacia el este,
mientras el Hno. Abbey los llevaba a su casa. Fue para nosotros un
sacrificio separarnos de esas personas con las que estábamos unidos
con tiernos lazos de afecto. Teníamos especialmente a nuestro hijo
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Edson en nuestros corazones, porque su vida había corrido tanto
peligro. Luego viajamos a Vermont y tuvimos una conferencia en
Sutton.
La publicación
Review and Herald
Esta revista se publicó en
Paris, Estado de Maine, en noviembre de 1850. Era de mayor tamaño
y se le había cambiado el nombre al que todavía lleva,
The Adventist
Review and Sabbath Herald
[La revista adventista y heraldo del
sábado]. Nos albergamos en la casa del Hno. A. Queríamos vivir
con economía a fin de sostener el periódico. Los amigos de la causa
eran pocos y pobres en riquezas mundanales, por lo que tuvimos
que luchar contra la pobreza y el desaliento. Teníamos muchas
preocupaciones y a menudo nos quedábamos hasta medianoche, y a
veces hasta las dos o tres de la madrugada corrigiendo pruebas de
prensa.
El trabajo excesivo, las preocupaciones, las ansiedades y la falta
de alimentación adecuada y nutritiva, aparte de la exposición al
frío durante nuestros largos viajes invernales, fueron demasiado
para mi esposo, quien se rindió a la fatiga. Su debilidad llegó a ser
tan acentuada que a duras penas podía caminar hasta la imprenta.
Nuestra fe fue probada hasta el extremo. Gustosos habíamos sufrido
privaciones, fatigas y penalidades, y sin embargo, nuestros motivos
se interpretaban erróneamente, y se nos trataba con desconfianza y
celos. Pocas de las personas por cuyo bien habíamos sufrido daban
muestras de apreciar nuestros esfuerzos.
Estábamos demasiado afligidos para dormir o descansar. Las
horas que hubiéramos podido dedicar a dormir para recuperarnos,
solíamos emplearlas en responder a largas cartas dictadas por la
envidia. Muchas horas en que los demás dormían, las pasábamos
en angustioso llanto, lamentándonos ante el Señor. Al fin mi esposo