Página 256 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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El Ministerio de Publicaciones
sión que constituye la obra de la verdadera educación. Sólo la vida
engendra vida.
En la educación de sus discípulos, el Salvador siguió el sistema
de educación establecido al principio. Los primeros doce escogidos,
junto con unos pocos que, por el alivio de sus necesidades estaban
de vez en cuando en relación con ellos, formaban la familia de Jesús.
Estaban con él en la casa, junto a la mesa, en la intimidad, en el
campo. Lo acompañaban en sus viajes, compartían sus pruebas y
tareas y, hasta donde podían, participaban de su trabajo.
A veces les enseñaba cuando estaban sentados en la ladera de
la montaña; a veces, junto al mar, o desde la barca de un pescador;
otras, cuando iban por el camino. Cada vez que hablaba a la multitud,
los discípulos formaban el círculo más cercano a él. Se agolpaban
alrededor de él para no perder nada de su instrucción. Eran oidores
atentos, anhelosos de comprender las verdades que debían enseñar
[298]
en todos los países y todos los tiempos.—
La Educación, 84, 85
.
La voz de Jesús era melodiosa e impresionante
—Las ense-
ñanzas de Jesús eran impresionantes y solemnes; su voz era melo-
diosa. ¿Y no debiéramos también nosotros, lo mismo que Cristo,
aprender y practicar lo que sea necesario para que nuestras voces
tengan un timbre melodioso?—
Testimonies for the Church 2:617
.
Jesús se encontraba con la gente en su propio terreno, como quien
está familiarizado con sus perplejidades. Hacía hermosa la verdad
presentándola de la manera más directa y sencilla. Su lenguaje
era puro, refinado y claro como un arroyo cristalino. Su hablar era
como música para los que habían escuchado las voces monótonas
de los rabinos. Pero aunque su enseñanza era sencilla, hablaba como
persona revestida de autoridad.—
El Deseado de Todas las Gentes,
218
.
Permitamos que la voz exprese simpatía y ternura. La voz de
Jesús era muy conmovedora.—
Welfare Ministry, 94
.
Pero si el tono de la voz es adecuado, si expresa dignidad y
seriedad, y si es modulado para que resulte conmovedor y enterne-
cedor, producirá una impresión mucho mejor. Este era el tono de
voz con el que Cristo enseñaba a sus discípulos. Los impresionaba
con su solemnidad; hablaba con voz conmovedora y emocionante.—
Testimonies for the Church 2:615
.