Página 264 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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El Ministerio de Publicaciones
depender de Dios y de actuar en armonía con el plan general de la
obra.—
El Evangelismo, 84
.
Hay que buscar hombres inteligentes
—¿Quién pondrá en uso
los talentos que le fueron prestados por Dios, sean grandes o pe-
queños? ¿Quién trabajará con humildad, aprendiendo diariamente
en la escuela de Cristo, e impartiendo ese precioso conocimiento
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a los demás? ¿Quiénes verán lo que debe ser hecho y lo harán?
¿Y cuántos presentarán excusas, y se sentirán atados con intereses
mundanos? Cortad las cuerdas que os atan, e id a la viña a trabajar
por el Maestro.
En todo departamento de la causa de Dios se necesitan ayu-
dadores consagrados, que teman a Dios y se dispongan a trabajar;
hombres de cerebro, hombres de intelecto, que salgan como mi-
nistros y colportores. Hermanos y hermanas, ascienda de vuestros
labios la oración de fe a Dios para que el Señor levante obreros y
los envíe a los campos de la mies; pues la cosecha es grande y los
obreros pocos.—
Notas Biográficas de Elena G. de White, 304, 305
.
Se necesitan hombres con visión y planes amplios
—La pren-
sa es poderosa; pero si los materiales producidos permanecen inacti-
vos por falta de hombres que pongan en práctica planes adecuados
para hacerlo circular ampliamente, se pierde su poder. Aunque se ha
discernido con prontitud la necesidad de invertir dinero en equipo
apropiado para aumentar la producción de libros y folletos, no se
han hecho planes para recuperar el dinero invertido para reinvertirlo
en la producción de nuevas publicaciones. El poder de la prensa,
con todas sus ventajas, está en sus manos: y pueden usarlo con el
máximo provecho, o bien pueden estar despiertos a medias y a cau-
sa de la inacción perder las ventajas que podrían haber obtenido.
Por medio de cálculos valiosos pueden extender la luz de la verdad
mediante la venta de libros y folletos. Pueden enviarlos a miles de
familias que ahora permanecen en las tinieblas del error.
Otros publicadores tienen sistemas establecidos para introducir
en el mercado libros que no son de importancia vital. “Los hijos de
este siglo son más astutos con sus semejantes que los hijos de luz”.
Lucas 16:8
. Casi diariamente se presentan oportunidades en las que
los mensajeros silenciosos de la verdad podrían introducirse en las
familias, o ponerse en manos de diversas personas; pero los indolen-
tes y descuidados no las aprovechan. Hay pocos predicadores; hay
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