Página 27 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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Establecida con sacrificio
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¿No puede acaso él [un dirigente de la iglesia] ver que el mismo
proceso [de sacrificio] debe repetirse [en Australia], lo mismo que
cuando mi esposo y yo comenzamos la obra en Battle Creek y
decidimos recibir como sueldo sólo cuatro dólares semanales por
nuestro trabajo, y posteriormente sólo seis, hasta que la causa de Dios
se pudo establecer en Battle Creek, y se construyó la casa editora
y se puso en ella una prensa manual y otros equipos sencillos para
hacer el trabajo? ¿No sabíamos acaso lo que significaba el trabajo
duro y la reducción de nuestras necesidades a un mínimo posible,
mientras avanzábamos paso a paso sobre una base segura, temiendo
la deuda como si fuera una terrible enfermedad contagiosa? Lo
mismo hicimos en California, donde vendimos todos nuestros bienes
para comenzar una imprenta en la costa del Pacífico. Sabíamos que
cada metro cuadrado de terreno que recorríamos para establecer la
obra representaría un gran sacrificio para nuestros propios intereses
financieros.—
Carta 63, 1899
.
“Su obra es para mí más preciosa que mi propia vida”—
No
considero mía ni la menor parte de la propiedad de la que soy dueña.
Debo veinte mil dólares que he tomado prestados para invertirlos en
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la obra del Señor. En los últimos años se han vendido comparativa-
mente pocos de mis libros en los Estados Unidos. Necesito dinero
para los gastos corrientes, y también debo pagar a mis obreros. El
dinero que hubiera debido pagar como alquiler, ahora lo pago como
intereses por el dinero que he tomado prestado para comprar la casa
en la que vivo. Estoy dispuesta a desprenderme de mi casa tan pronto
como el Señor me haga saber que ésta es su voluntad, y que mi obra
aquí ha concluido.
No me preocupa la falta de recursos económicos; porque el Señor
es mi testigo de que su obra ha sido siempre para mí más preciosa
que mi propia vida.—
Carta 43, 1903
.
Ejemplo y liderazgo de Jaime White—
Se me mostró que
Dios había calificado a mi esposo para una obra específica, y en
su providencia nos había unido para que hiciéramos avanzar esta
obra... El yo a veces se había mezclado con la obra; pero cuando
el Espíritu Santo dominó su mente, él fue un instrumento de mayor
éxito en las manos de Dios, para la edificación de su obra. El ha
tenido un elevado concepto de lo que el Señor espera de todos los
que profesan su nombre, de su deber de defender a la viuda y al