Página 297 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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Enseñando a los colportores evangélicos a ganar almas
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un mensaje que penetrará las tinieblas espirituales y convencerá y
convertirá a la gente. “Apresuraos, huid para salvar vuestra vida”,
es el mensaje que debemos dar a los que viven en el pecado. Ahora
debemos trabajar con intenso ahínco. No tenemos ni un momento
para perder en críticas ni acusaciones. Que los que han hecho esto
en el pasado caigan de rodillas en oración, y que tengan cuidado con
la forma como usan sus palabras y planes en lugar de las palabras y
los planes de Dios.—
Testimonies for the Church 8:36
.
Trabajando en comunidades agrícolas
—En muchos Estados
hay comunidades donde viven agricultores industriosos y adinerados,
que no tienen conocimiento de la verdad para este tiempo. Hay que
trabajar en esos lugares. Que nuestros miembros laicos se dediquen
a prestar este servicio. Mediante el recurso del préstamo o de la
venta de libros, por medio de la distribución de folletos, o a través
de sesiones de lectura de la Biblia, nuestros laicos podrían hacer
mucho en sus propios vecindarios. Llenos de amor por la gente,
podrían predicar el mensaje de la verdad presente con tanto poder,
que muchos se convertirían. Recordemos que si bien es importante
llevar el mensaje a los que viven en nuestro país que no conocen la
verdad, lo es también ir como misioneros a los países extranjeros.
[344]
Hay abundante trabajo para todos los que conocen la verdad.
Acercaos a la gente con una actitud persuasiva y bondadosa, llenos
de alegría y de un amor como el de Cristo. El Salvador está siempre
cerca, para capacitaros con su gracia y poder a fin de que presentéis el
Evangelio de salvación, el cual sacará a mucha gente de las tinieblas
de la incredulidad y la introducirá en su luz admirable. Buscad a los
que están a punto de perecer. Dirigid su atención hacia “el Cordero
de Dios que quita el pecado del mundo”.—
Special Testimonies
Publishing Work 245
.
Esfuerzos mancomunados en las grandes ciudades
—El
ejemplo de los seguidores de Cristo en Antioquía debería cons-
tituir una inspiración para todo creyente que vive en las grandes
ciudades del mundo hoy. Aunque es plan de Dios que escogidos y
consagrados obreros de talento se establezcan en los centros impor-
tantes de población para dirigir esfuerzos públicos, es también su
propósito que los miembros de la iglesia que viven en esas ciudades
usen los talentos que Dios les ha dado trabajando por las almas. Hay
en reserva ricas bendiciones para los que se entreguen plenamente al