Página 312 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

Basic HTML Version

308
El Ministerio de Publicaciones
Os digo francamente que Jesús y el poder de su gracia se han
dejado fuera. Los resultados demostrarán que la forma rutinaria
de trabajar ha tomado el lugar de la piedad, la humildad y la san-
tidad de los pensamientos y la vida. Los obreros más espirituales,
dedicados y humildes no encuentran lugar para situarse, de modo
que se alejan. Los que son jóvenes e inexpertos aprenden los pro-
cedimientos formales y hacen el trabajo en forma rutinaria, pero
sin sentir verdadero amor ni preocupación por las almas. En este
tiempo solemne y terrible de grandes responsabilidades, se necesita
menos preocupación con procedimientos rutinarios establecidos y
más poder de la santidad.—
Testimonies for the Church 4:601
.
Primero lo mecánico, después lo rutinario
—Hay orden en el
cielo; también debe haber sistema y orden aquí en la tierra, para que
[363]
la obra pueda avanzar sin confusión ni fanatismo. Nuestros herma-
nos han estado trabajando con este fin, pero mientras algunos de
nuestros ministros están continuamente preocupados por las almas,
y tratan constantemente de llevar a la gente a mayores realizaciones
espirituales, los que no son tan concienzudos, ni han llevado la cruz
de Cristo ni sienten el valor de las almas como éste se refleja en el
Calvario, al enseñar y preparar a otras personas en el trabajo rutina-
rio, ellos misrnos se tornan formales y carentes de poder, y como
resultado no llevan al Salvador a la gente.
Satanás siempre trata de hacer que el servicio a Dios degenere
hasta convertirse en un sistema formal, monótono y carente de poder
para salvar almas. Mientras la energía, el esfuerzo y la eficiencia
de los obreros quedan amortiguados por los esfuerzos por hacer
que todo se haga en forma tan sistemática, el trabajo agotador que
nuestros ministros deben hacer para mantener en movimiento esta
complicada maquinaria insume tanto tiempo que se descuida la obra
espiritual. Y con tantas cosas que se deben mantener en acción, esta
obra requiere una cantidad tan grande de recursos que otros ramos
de la obra se marchitarán y morirán por falta de atención debida.
Mientras los mensajeros silenciosos de la verdad debieran distri-
buirse como hojas de otoño, nuestros ministros no debieran convertir
esta obra nada más que en una forma, dejando afuera la verdadera
piedad. Diez obreros convertidos, bien dispuestos y sin egoísmo,
pueden hacer más en el campo misionero que cien que limitan
sus esfuerzos a establecer métodos y procedimientos formales, y