Página 315 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

Basic HTML Version

Plan maestro espiritual para los centros de publicaciones adventistas
311
id en pos de él”.
1 Reyes 18:21
. “Escogeos hoy a quién sirváis”.
Josué 24:15
. Dios no aceptará su trabajo en la obra misionera con
folletos y revistas mientras usted hace maquinaciones para obtener
beneficio personal. Usted corre peligro de confundir la ganancia con
la santidad. El tentador le presentará incentivos halagadores para
fascinarlo e inducirlo a complacer un espíritu de intriga que destruirá
su espiritualidad.
El mundo, los ángeles y los hombres lo consideran un estafa-
dor, un hombre que busca su propio interés y la forma de obtener
ventajas personales sin preocuparse con cuidado y a conciencia de
los intereses de las personas con quienes trata. En su vida comercial
hay una vena de falta de honradez que mancha el alma y limita el
desarrollo de la experiencia religiosa y del crecimiento en la gracia.
Usted observa con perspicaces ojos comerciales la mejor oportu-
nidad de obtener una ganga. Esta propensión a la maquinación se
ha convertido en una segunda naturaleza en usted, pero no ve ni
comprende el mal en que incurre al fomentarla.
Los negocios que podría realizar honradamente, con ventaja para
los demás tanto como para usted mismo, habrían sido correctos en
lo que concierne al trato honorable. El Señor habría aceptado su
servicio y utilizado sus capacidades, su perspicacia, para producir
la salvación de las almas, si usted hubiera permitido que la verdad
lo santificara. El deseo de los ojos orientado hacia las ganancias
ha luchado contra el Espíritu. Los hábitos y la cultura de años
han dejado su impresión deformadora sobre su carácter, y lo han
estado descalificando para la obra de Dios. Usted tiene un deseo
constante e intenso de negociar. Si hubiera santificado esta tendencia
y la hubiera puesto al servicio de Dios, eso lo habría convertido
en un obrero ferviente y perseverante para el Maestro; pero, al
usarla indebidamente como lo ha hecho, ha puesto en peligro su
propia alma, y además otros corren peligro de perderse a causa de
su influencia.—
Testimonies for the Church 4:350, 351
.
[367]