Página 352 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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Capítulo 36—Divulgación de publicaciones por los
adventistas
Distribuid publicaciones como las hojas en otoño
—Debemos
prepararnos para desempeñar los deberes más solemnes. Hay un
mundo que salvar. La obra está avanzando en una forma muy admi-
rable en los países extranjeros. Aun a la sombra de nuestras puertas
hay muchas, muchísimas oportunidades para comunicar a otros las
verdades salvadoras del mensaje del tercer ángel. Hay que distribuir
publicaciones como hojas en otoñ
. Este es el mensaje que hemos
estado recibiendo del Señor durante muchos años. En vista de la gran
obra que debe hacerse, ¿cómo podemos darnos el lujo de malgastar
el tiempo precioso y los recursos dados por Dios haciendo cosas
que no son provechosas, y tampoco para la gloria de Dios?—
The
Review and Herald, 19 de julio de 1906
.
Los miembros de iglesia tienen el deber de hacer circular
las publicaciones
—Ahora contamos con grandes facilidades para
esparcir la verdad, pero nuestro pueblo no se está poniendo a la
altura de los privilegios concedidos. No en todas las iglesias se ve
ni se siente la necesidad de usar las habilidades personales para
salvar almas. No comprenden su deber de obtener suscriptores a
nuestros periódicos, incluyendo nuestra revista de salud, ni de pre-
sentar nuestros libros y folletos. Debiera haber hombres trabajando
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que estén dispuestos a ser enseñados acerca de la mejor forma de
relacionarse con los individuos y las familias. Debieran ir adecua-
damente vestidos, aunque no con vanidad; y debieran tener buenos
modales para no disgustar a la gente. Existe una gran necesidad de
verdadera cortesía entre nosotros como pueblo. La cortesía debiera
ser cultivada por todos los que participan en la obra misionera.
Los miembros de iglesia debían “vender u obsequiar nuestras publicaciones”, o
bien proveer “prestando”, ya que la verdad debía llevarse a los hogares de los vecinos y
amigos, confiando en esta promesa que se les había hecho: “Estaréis acompañados por la
luz del cielo, que morará en estos hogares”.
Manuscrito 126, 1902
.
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