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El Ministerio de Publicaciones
librito se gastó casi completamente; expresó su gran deseo de obtener
otro ejemplar del mismo libro. Sus vecinos estaban profundamente
interesados en él, y se sentían anhelosos de ver a la autora. Dijo que
cuando la visité, le hablé de Jesús y de las hermosuras del cielo, y
que las palabras fueron habladas con tal fervor, que quedó encantada
y que nunca las había olvidado. Desde ese tiempo el Señor había
enviado a pastores para predicarles la verdad, y ahora había todo un
grupo de observadores del sábado. La influencia de ese librito, ahora
gastado por el uso, se había extendido de uno a otro, realizando su
obra silenciosa, hasta que el terreno estaba listo para la simiente de
la verdad.
Bien recuerdo el largo viaje que realizamos hace veintidós años,
en Míchigan. Estábamos de viaje para realizar una reunión en Ver-
gennes. Nos encontrábamos a veinte kilómetros de nuestro destino.
Nuestro conductor había recorrido repetidamente el camino, y lo
conocía bien, pero se vio obligado a reconocer que se había perdido.
Viajamos sesenta y cinco kilómetros ese día, por los bosques, sobre
troncos y árboles caídos, donde apenas había un rastro de camino...
No podíamos entender por qué debíamos ser abandonados en
este extraordinario errar por el desierto. Nunca no sentimos más
satisfechos que cuando distinguí un pequeño claro en el cual había
una cabaña, donde encontramos a la hermana que mencioné. Bon-
dadosamente nos dio la bienvenida a su hogar, y nos proporcionó
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un refrigerio, que fue recibido con agradecimiento. Mientras des-
cansábamos, hablé con la familia y les dejé un librito. Ella lo aceptó
alegremente, y lo ha conservado hasta el día de hoy.
Durante veintidós años, las idas y venidas que caracterizaron
ese viaje nos han parecido misteriosas, pero aquí encontramos todo
un grupo que ahora está compuesto por creyentes en la verdad, y
que atribuye su primer conocimiento a la influencia de ese librito.
La hermana que tan bondadosamente atendió nuestras necesidades
se regocija ahora en la luz de la verdad presente, juntamente con
muchos de sus vecinos.—
El Evangelismo, 328, 329
.
Testimonio personal con publicaciones
—He obsequiado mis
obras más grandes a familias que no estaban en la verdad, y he oído
el testimonio de algunas de ellas que decían que fueron esos libros,
que reflejaban silenciosamente la luz sobre la Palabra de Dios, los
que los convirtieron a la verdad. He obsequiado a familias no menos