Página 382 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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El Ministerio de Publicaciones
vertirlos en los beneficiarios de su gracia. El se regocija al librarlos
del sufrimiento y de la ira que se derramará sobre los desobedientes.
Convierte a sus hijos en sus representantes en la realización de su
obra; y ellos en su éxito aun en esta vida, encuentran una preciosa
recompensa.
¿Pero qué es esto comparado con el gozo que experimentarán
en el día final cuando todo se aclare? “Ahora vemos en un espejo,
oscuramente, pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en
parte, pero entonces conoceré cabalmente como soy conocido”.
1
Corintios 13:12
.
Los redimidos de Cristo son sus joyas, su tesoro precioso y
especial. “Como piedras de corona brillarán en su tierra” (
Zacarías
9:16
); “la riqueza de su gloriosa herencia en los santos”.
Efesios
1:18
. En ellos, “después de tanta aflicción verá la luz, y quedará
satisfecho”.
Isaías 53:11
.—
Testimonies for the Church 6:308, 309
.
Los ojos puestos en la cosecha final
—La obra que hacemos
para Dios en esta vida suele parecer infructífera. Nuestros esfuer-
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zos para hacer el bien pueden ser fervorosos y perseverantes, y sin
embargo podría suceder que no se nos permita contemplar sus re-
sultados. Puede parecernos que el esfuerzo se ha perdido; pero el
Salvador nos asegura que nuestra obra ha sido vista en el cielo y
que la recompensa no puede fallar. El apóstol Pablo, escribiendo
por inspiración del Espíritu Santo, dice: “No nos cansemos, pues,
de hacer el bien, que a su tiempo segaremos, si no desfallecemos”.
Gálatas 6:9
. Y también leemos estas palabras del salmista: “Aunque
salga llorando el que lleva la preciosa semilla, volverá con regocijo,
trayendo sus gavillas”.
Salmos 126:6
.
Y aunque la gran recompensa final se concederá a la venida
de Cristo, el servicio sincero proporcionado a Dios produce una
recompensa aun en esta vida. El obrero tendrá que enfrentarse a
obstáculos y desánimos amargos y angustiosos. Puede ser que no
vea el fruto de su trabajo. Pero en medio de todo esto encuentra en
su labor una bendita recompensa. Todos los que se entregan a Dios
en servicio abnegado por la humanidad, están colaborando con el
Señor de gloria. Este pensamiento endulza todo trabajo, refuerza
la voluntad y dinamiza el espíritu para soportar todo lo que puede
suceder. Trabajar con un corazón sin egoísmo, ennoblecido por
el pensamiento de que se participa de los sufrimientos de Cristo,