Página 61 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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Normas espirituales elevadas para los obreros de Dios
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de oración, hombres que suban a la montaña y contemplen la gloria
de Dios y la dignidad de los seres celestiales a quienes él ha ordena-
do que se hagan cargo de su obra. Entonces, lo mismo que Moisés,
seguirán el modelo que se les ha dado en el monte; y estarán alertas
para conseguir y llevar a la obra los mejores talentos que se puedan
obtener. Si son hombres que crecen, que poseen una inteligencia
santificada; si escuchan la voz de Dios y procuran captar cada rayo
de luz del cielo, entonces, lo mismo que el sol, seguirán un curso
que no se desvía, y crecerán en sabidurá y favor de Dios.
El departamento de publicaciones es un sector importante de la
obra de Dios, y todos los que trabajan en él debieran sentir que han
sido ordenados por Dios y que todo el cielo está interesado en él.
Especialmente los administradores de la obra debieran tener mente
amplia y juicio santificado. No debieran malgastar el dinero de su
Señor por descuido o falta de tacto comercial; tampoco debieran
cometer el error de limitar la obra al adoptar planes estrechos y al
confiarla a hombres de poca habilidad.
Se me ha mostrado repetidamente que todas nuestras institucio-
nes debieran ser dirigidas por hombres con orientación espiritual,
que no tejan sus propios planes e ideas defectuosos en su gestión
administrativa. Esta obra no debiera dejarse a hombres que mez-
clarían lo sagrado con lo profano y que considerarían la obra de
Dios al mismo nivel que las cosas terrenas, para administrarla en la
misma forma común en que habitualmente han dirigido sus propios
asuntos temporales. Mientras no se empleen en nuestras institucio-
nes personas de mente amplia que puedan trazar planes en armonía
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con el crecimiento de la obra y con su elevado carácter, la tenden-
cia será limitar todo lo que se emprenda, lo cual sólo deshonra a
Dios.—
Testimonies for the Church 5:549, 550
.
La amplitud de carácter es indispensable
—Debe actuarse con
sabiduría al elegir a los jefes de los diferentes departamentos. Es
imposible que alguien pueda controlar a otros hasta que aprenda a
controlarse a sí mismo. El gerente debiera ser un hombre que ame
y tema a Dios. Debiera proteger sagradamente su reputación y no
dar ocasión a que nadie reproche la causa de Dios. No debiera ser
estrecho de pensamiento, ni de ideas fijas. Un hombre cambiante, que
en un momento es complaciente y luego se muestra frío e inaccesible,
o bien crítico, exigente y dominador, no está capacitado para ocupar