Página 68 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

Basic HTML Version

64
El Ministerio de Publicaciones
métodos objetables y principios no bíblicos se han entretejido con la
obra, y una ceguera singular ha sido el resultado.—
Manuscrito 28,
1896
.
Hay que sofocar los principios errados
—Se ha efectuado un
esfuerzo por colocar a los siervos de Dios bajo el control de los
hombres que carecen del conocimiento y la sabiduría de Dios o de
una experiencia bajo la dirección del Espíritu Santo. Han surgido
principios que nunca debieran haber visto la luz del día. Hombres
finitos han estado luchando contra Dios y la verdad, y los mensaje-
ros escogidos de Dios han estado contrarrestándolos por todos los
medios que se atreven a usar. Considerad qué virtud puede haber en
la sabiduría y los planes de los que han despreciado los mensajes
de Dios, y que como los escribas y fariseos, han desdeñado a los
mismos hombres a quienes Dios ha usado para presentar la luz y la
verdad que su pueblo necesitaba... Un acto de maldad cometido con-
tra el más débil o errante de su grey, es aun más ofensivo para Dios
que si lo hubieran ejecutado contra cualquiera de los más fuertes
entre vosotros.—
Carta 83, 1896
.
Purificación de cada principio egoísta
—Como pueblo, tene-
mos que ponernos en una plataforma más elevada. En nuestras casas
editoras de Wáshington y Nashville hay una obra que debe hacerse
para introducir una atmósfera transparente y límpida. Debe produ-
cirse una purificación de cada principio egoísta. Las ideas estrechas
y mal concebidas no deben imponerse. Hay que eliminarlas. Cuan-
do los obreros sientan hambre por la llegada de principios puros y
elevadores, se manifestará la salvación de Dios y él será glorificado.
[80]
Que los obreros de las casas editoras se libren de toda clase de
egoísmo. Cuando cada uno esté dispuesto a dar a su hermano la
preferencia que él desea para sí mismo, entonces Dios podrá ser
glorificado en sus instituciones.
Algunos se han estado atando ellos mismos durante años con
deseos egoístas que los ciñen como bandas de acero. El yo y el egoís-
mo se han manifestado patentemente en su obra, pero tal espíritu
deshonra a Dios. Se me ha instruido que diga que los que retienen
tal espíritu y se aferran a tales principios, no pueden ser aceptados
por Cristo como obreros juntamente con él para gloria de Dios.
Algunas personas pueden ocupar importantes posiciones de con-
fianza en la causa de Dios, pero no pueden reclamar nada de parte