Página 69 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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Normas espirituales elevadas para los obreros de Dios
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de él a menos que practiquen su Palabra, actúen con justicia y traten
de imitar el ejemplo del manso y humilde Jesús. Tanto el líder de la
obra como el miembro laico más humilde, dependen de Dios para
recibir poder a fin de ejercer una influencia pura y elevadora.
El Señor dice a los obreros de Wáshington y Nashville: “Revisad
vuestras operaciones”. Debéis elevaros por encima de todo principio
vulgar y egoísta y ser imbuidos por el Espíritu de Dios. A menos
que los obreros experimenten diariamente el poder transformador
de Dios obrando en sus corazones y sus vidas, no sentirán agrado
de enfrentarse con el registro de sus obras ante el tribunal de Dios,
cuando cada persona sea recompensada de acuerdo con las obras
que ha hecho.—
Carta 372, 1908
.
Virtudes morales y pureza de vida
—Debiera presentarse cui-
dadosa atención a la condición moral y la influencia de cada emplea-
do de nuestras instituciones. Si los obreros son impuros de corazón
o de vida en cualquier sentido, eso se manifestará en sus palabras y
acciones, a pesar del esfuerzo que hagan para ocultar la verdad. Si
no se guían por estrictos principios morales, es peligroso emplearlos,
porque estarán en una posición desde la que pueden descarriar a los
que desean reformarse, y pueden confirmarlos en prácticas impías
y contaminadoras. Tales hombres y mujeres, a menos que se con-
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viertan, no sólo serán una maldición para ellos mismos, sino además
serán una maldición en cualquier parte adonde vayan. Sólo el poder
transformador de Dios es suficiente para establecer principios puros
en el corazón, a fin de que el malo no encuentre nada que atacar...
Los que trabajan en nuestras instituciones están ahí con el pro-
pósito de promover el bienestar intelectual y espiritual de quienes se
encuentran bajo su cuidado. Deben convertir su obra en un asunto
de ferviente oración y estudio, para que puedan saber cómo tratar
con las mentes humanas y cumplir con el objetivo que se les ha
propuesto. Su primer trabajo consiste en escudriñar cuidadosamente
sus propios hábitos, porque hay quienes no han descartado cosas
infantiles. Necesitan la gracia transformadora, sin la cual no podrán
satisfacer la norma del cristianismo bíblico. Entonces, cuando se
vean obligados a tratar con los que tienen una baja norma, sabrán
qué palabras hablarles, y no serán ásperos, dominadores ni arbitra-
rios con ellos. Deben ser castos y así estar libres de la mancha de la
contaminación, para poder corregir estos males y llevar a esas pobres