Página 84 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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El Ministerio de Publicaciones
Hermano, necesita cultivar la prontitud. Deseche su actitud va-
cilante. Usted es lento y se desconcentra descuidadamente en el
trabajo que lleva a cabo. Abandone este estrecho sistema de trabajo
porque no sirve.—
Testimonies for the Church 3:497, 498
.
Cómo convertir el lugar de trabajo en un Betel
—Mantened
siempre una actitud agradable, cortés y bondadosa, y cada lugar
de trabajo puede transformarse en un Betel. Los ángeles de Dios
complementarán vuestros esfuerzos. Si nuestras casas editoras, ins-
tituciones de salud, los colegios y las misiones se dirigieran con
principios correctos, los incrédulos que las visitan quedarían favo-
rablemente impresionados, y se sentirían más dispuestos a aceptar
la verdad... Si el corazón se purificara mediante la obediencia a la
verdad, no habría preferencias egoístas ni motivos corrompidos; no
habría parcialidad ni hipocresía, y no se desarrollaría un sentimen-
talismo amoroso enfermizo. Debe ejercerse una vigilancia estricta
para que esta maldición no envenene ni corrompa nuestras institu-
ciones. —
Carta 74, 1896
;
Special Testimony to the Managers and
[98]
Workers in our Institutions, 8, 9
.
Necesidad de reglamentos y disciplina
—Nuestros jóvenes de-
ben adoptar normas más elevadas en la casa editora si desean perfec-
cionar el carácter cristiano. Debieran asistir a la hora de la oración,
a los cultos de oración y estar listos y deseosos de prestar servicio
a Dios. Necesitan comprender los elevados derechos de Dios sobre
ellos. No se requiere gran erudición, genio ni elocuencia, sino un
corazón puro y humilde que anhele la justicia. Si estos jóvenes y
señoritas se interesaran en refinar su vida y en elevar y ennoblecer el
carácter, a fin de efectuar un servicio mejor y más santo para Dios;
si dedicaran sólo una décima parte de su interés a la complacencia
y gratificación del yo, entonces sus nobles esfuerzos producirían
un trabajo magnífico. Estos jóvenes deben habituarse a pensar más
que en ellos mismos, en todo lo noble y elevador. No oran, no velan
en oración; no están familiarizados con Jesús. Tienen mucho que
aprender, pero toman poco tiempo para hacerlo; no tienen tiempo
para gastar en frivolidades y complacencia del yo. Si comprendieran
la necesidad que existe de una verdadera conversión, si oraran y
velaran en oración, Dios los haría totalmente suyos, y ellos podrían
hacer mucho por su causa. Pero los jóvenes que trabajan en la casa
editora deshonran a Dios con sus pensamientos y comportamiento.