Página 86 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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El Ministerio de Publicaciones
La obra que se hace para honra y gloria de Dios llevar
el sello
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de Dios. Cristo aprobará la obra de los que se esfuerzan por hacer lo
mejor posible. Y mientras continúan haciendo lo mejor, aumentarán
su conocimiento y el carácter de su obra mejorará...
¡Cuán gloriosa es la perspectiva que espera a los que serán apren-
dices de Cristo, mansos y humildes de corazón, según el Modelo
divino! El Señor Jesús será su Ayudador, su Fortaleza, su Liberación,
si tan sólo usted quisiera creer y andar humildemente delante de
él.—
Carta 153, 1903
.
Poned la causa de Dios sobre todos los demás intereses
Ningún vínculo terreno, ninguna consideración terrena, debiera pesar
ni por un momento en la balanza contra el deber hacia la causa y
la obra de Dios. Jesús cortó su conexión con todo para salvar a un
mundo perdido, y requiere de nosotros una consagración completa.
Hay sacrificios que deben realizarse a favor de la causa de Dios.
El sacrificio de los sentimientos es el más intenso de los que se
requieren de nosotros; sin embargo, después de todo, es un sacrificio
pequeño. Usted tiene muchos amigos, y si los sentimientos están
santificados, usted no sentirá que está haciendo un sacrificio muy
grande. No deja a su esposa entre paganos. No ha sido llamado a
recorrer las ardientes arenas del desierto africano, a correr el riesgo
de ser encarcelado ni a enfrentar pruebas a cada paso. Tenga cuidado
con la forma como actúa con los que simpatizan con usted, y cómo
permite que los sentimientos humanos y consideraciones personales
se mezclen con sus esfuerzos y trabajos por la causa de Dios. El
exige un servicio abnegado y voluntario. Usted puede prestarlo y
al mismo tiempo cumplir con todos sus deberes familiares; pero
considere esto último como un asunto secundario.—
Testimonies for
the Church 3:500
.
[101]
Un estudio de la vida de Jaime White y su esposa Elena en los comienzos de la
iglesia, proporciona un ejemplo convincente de una dedicación sin reserva al servicio de
Dios. Los dos hijos que les sobrevivieron, Edson y William, también fueron objetos de
su atención y cuidado, aunque los esposos White algunas veces tuvieron que dejarlos al
cuidado de otras personas. Ambos hijos llegaron a ser pastores del Evangelio. Cuando
Jaime y Elena tenían que separarse debido a las exigencias de la causa, se reconfortaban
mutuamente con expresiones de comunión y cariño cuando volvían a reunirse al final del
viaje.
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