Página 341 - Maranata

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Los ciento cuarenta y cuatro mil, 16 de noviembre
Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían
el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente.
Apocalipsis 14:1
.
Delante del trono, sobre el mar de cristal—ese mar de vidrio que parece mezclado con fuego por lo mucho que resplandece con
la gloria de Dios—, háyase reunido el grupo de los que salieron victoriosos de “la bestia, y su imagen, y su marca, y el número de su
nombre”. Con el Cordero en el Monte de Sion, “teniendo las arpas de Dios”, están en pie los ciento cuarenta y cuatro mil que fueron
redimidos de entre los hombres; se oye una voz, como el estruendo de muchas aguas y como el estruendo de un gran trueno, “una
voz... como de arpistas que tocaban sus arpas”. Cantan “un cántico nuevo” delante del trono, un cántico que nadie podía aprender
sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil. Es el cántico de Moisés y del Cordero, un cántico de liberación.
Ninguno sino los ciento cuarenta y cuatro mil pueden aprender aquel cántico, pues es el cántico de su experiencia—una
experiencia que ningún otro grupo ha conocido jamás. “Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va”. Habiendo sido
trasladados de la tierra, de entre los vivos, son contados por “primicias para Dios y para el Cordero”.
Apocalipsis 15:2, 3
;
14:1-5
.
“Estos son los que han salido de la gran tribulación”; han pasado por el tiempo de angustia cual nunca ha sido desde que ha habido
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nación; han sentido la angustia del tiempo de la aflicción de Jacob; han estado sin intercesor durante el derramamiento final de los
juicios de Dios. Pero han sido librados, pues “han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”. “En sus
bocas no fue hallada mentira, pues son sin mácula” delante de Dios. “Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche
en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos”.
Apocalipsis 7:14, 15
.
Han visto la tierra asolada con hambre y pestilencia, el sol que tenía el poder de quemar a los hombres con su intenso calor, y
ellos mismos han soportado padecimientos, hambre y sed. Pero “no tendrán hambre, ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni
calor alguno”.
Apocalipsis 7:14-16
Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 706, 707
.
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