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Notas biográficas de Elena G. de White
era tener que dejar con frecuencia sus hijos al cuidado de otras
personas.
Enrique había estado ausente de nosotros ya por cinco años y
a Edson lo habíamos podido atender muy poco. Durante los años
que vivimos en Rochester nuestra familia era numerosa, y nuestra
casa era como un hotel, pero nosotros pasábamos la mayor parte del
tiempo ausentes de esa casa. Yo siempre tenía la gran preocupación
de que mis hijos se criaran exentos de malos hábitos, y a menudo
me afligía al pensar en el contraste entre mis hijos y los de otras
personas que, no queriendo llevar cargas y responsabilidades, podían
estar siempre con sus hijos, para aconsejarlos e instruirlos y, por
lo tanto, pasaban casi todo el tiempo junto a sus familias. Y me
preguntaba: ¿Por qué reclama Dios tanto de nosotros, y a otros no
les exige nada? ¿Es esto justo? ¿Tendremos nosotros que pasar la
vida siempre apresurados, resolviendo problemas aquí y allá, yendo
de un lugar a otro, sin disponer siquiera de un poco de tiempo para
atender a nuestros hijos?
Pérdida de hijos
En 1860 la muerte tocó a nuestra puerta y desgajó la más nueva
rama de nuestro árbol familiar. El pequeño Herbert, que había nacido
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el 20 de septiembre de 1860, falleció el 14 de diciembre de ese
mismo año. Nadie que no haya perdido un hijo pequeño que era
una promesa podrá comprender cómo sangraron nuestros corazones
cuando esa tierna rama fue quebrada.
Y luego, cuando nuestro noble hijo Enrique falleció
a la edad
de 16 años; cuando nuestro dulce cantor fue llevado a la tumba y ya
no pudimos escuchar más sus canciones en la mañana, nuestro hogar
quedó muy solitario. Ambos padres y los dos hijos que quedaron,
sentimos el golpe intensamente. Pero Dios nos consoló en medio de
nuestra aflicción, y con fe y valor continuamos adelante con la obra
que él nos había asignado, abrigando la luminosa esperanza de que
un día, en ese mundo donde no habrá más muerte ni dolor, nos en-
contraremos con nuestros queridos hijos que nos fueron arrebatados
por la muerte.
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La muerte de Enrique N. White ocurrió en Topsham, Maine, el 8 de diciembre de
1863.