A todo el mundo
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medida que se empeñan en la tarea con sinceridad y humildad para
hacer todo lo que puedan, obtendrán una experiencia más completa.
Tendrán un conocimiento mejor de la verdad y de los métodos para
alcanzar a las almas y ayudarlas, precisamente cuando necesitan ser
ayudadas. Se necesitan obreros ahora, ahora mismo, para trabajar
por Dios. Los campos ya están blancos para la siega, y sin embargo
los obreros son pocos.
Providencias y oportunidades
Se me mostró que, como pueblo, hemos estado dormidos en
cuanto a nuestro deber de presentar la luz a los hombres de otras
naciones. ¿Es porque Dios nos ha eximido como pueblo, de tener
cualquier carga o de realizar un trabajo especial en favor de los de
otras lenguas, por lo que no tenemos misioneros ya hoy en países
extranjeros? ¿Por qué ocurre esta negligencia y esta demora? Hay
personas de mente superior en muchas otras naciones, a quienes
Dios está impresionando con la falta de espiritualidad y de piedad
genuina que existe en las denominaciones cristianas del país. Ellos
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no pueden armonizar la vida y el carácter de los profesos cristianos
con las normas bíblicas. Muchos están orando por luz y conocimien-
to. No están satisfechos. Dios contestará sus oraciones por medio
de. nosotros, como pueblo, si no estamos a una distancia tan grande
de él que no podamos oír su voz, y si no somos tan egoístas que
no queramos ser perturbados en nuestra comodidad y asociaciones
agradables.
No estamos marchando al paso de las providencias de Dios que
nos abren puertas. Jesús y los ángeles están trabajando. Esta causa
está progresando, mientras que nosotros estamos detenidos y que-
damos a la retaguardia. Si siguiéramos las providencias divinas que
abren puertas delante de nosotros, discerniríamos con rapidez toda
puerta abierta, y aprovecharíamos hasta el máximo toda ventaja que
esté a nuestro alcance, a fin de permitir que la luz se extienda y
llegue a otras naciones. Dios, en su providencia, ha enviado hom-
bres a nuestras mismas puertas, y los ha arrojado, por así decirlo,
en nuestros brazos, a fin de que puedan aprender la verdad más
perfectamente, y ser calificados para realizar la obra que nosotros
no podríamos hacer de llevar la luz a hombres de otros idiomas. A