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Notas biográficas de Elena G. de White
la Escuela Bíblica Australasiana? Me desperté esta mañana a la una
de la madrugada con una carga pesada sobre mi alma. El tema de la
educación me ha sido presentado de diferentes maneras, en diversos
aspectos, por medio de muchas ilustraciones, y con especificaciones
directas, a veces sobre un punto, y otras sobre otro. Por cierto, creo
que tenemos mucho que aprender. Somos ignorantes con respecto a
muchas cosas.
“Al escribir y hablar acerca de la vida de Juan el Bautista y de
la vida de Cristo, he tratado de presentar lo que se me ha mostrado
con respecto a la educación de nuestra juventud. Estamos bajo la
obligación, por parte de Dios, de estudiar este tema en forma franca;
porque merece un examen detenido y crítico en cada uno de sus
aspectos...
“Los que pretenden conocer la verdad y entender la gran obra que
ha de ser hecha para este tiempo han de consagrarse a Dios en alma,
cuerpo y espíritu. En el corazón, en la vestimenta, en el lenguaje y en
todo respecto deben separarse de las modas y prácticas del mundo.
Han de ser un pueblo peculiar y santo. No es su indumentaria lo que
los hace peculiares; pero debido a que forman un pueblo peculiar y
santo, no pueden llevar las marcas de identificación del mundo.
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“Muchos que suponen que están en camino al cielo, están cega-
dos por el mundo. Sus ideas con respecto a lo que constituye una
educación religiosa y una disciplina religiosa son vagas, y descansan
solamente sobre probabilidades. Hay muchos que no tienen una
esperanza inteligente, y corren gran riesgo de practicar las mismas
cosas que Jesús enseñó que no deben hacer en el comer, en el beber,
en el vestir, uniéndose con el mundo en una variedad de asuntos.
Todavía tienen que aprender la seria lección, tan esencial para el
crecimiento en espiritualidad, de salir del mundo y estar separados
de él. El corazón está dividido; la mente carnal anhela conformidad
con el mundo y similitud con él en tantos aspectos, que la señal
de distinción del mundo es apenas perceptible. El dinero, el dios
dinero, se gasta con el propósito de parecerse al mundo, la experien-
cia religiosa es contaminada de mundanalidad, y la evidencia del
discipulado—la semejanza a Cristo en la abnegación y en llevar la
cruz—no puede ser discernida por el mundo o por el universo del
cielo...