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El terremoto de San Francisco
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Es suficiente presentar la verdad de la Palabra de Dios al pueblo. Las
noticias alarmantes son perjudiciales para el progreso de la obra”
El 3 de agosto de 1903, la Sra. White escribió además con res-
pecto a este informe sensacional:
“¿De dónde vino la noticia de que yo declaré que Nueva York
ha de ser barrida por una ola gigantesca? Nunca lo he dicho. Yo he
dicho, cuando veía los grandes edificios levantarse allí, piso tras piso:
‘¡Qué terribles escenas ocurrirán cuando el Señor se levante para
sacudir terriblemente la tierra! Entonces se cumplirán las palabras
de
Apocalipsis 18:1-3
’. Todo el capítulo 18 de Apocalipsis es una
advertencia de lo que ha de suceder en la tierra. Pero yo no tengo luz
en particular con respecto a lo que ha de venir sobre Nueva York, y
lo único que sé es que algún día los grandes edificios de esa ciudad
serán derribados por el poder trastornador de Dios. Por la luz que me
ha sido dada, sé que la destrucción está en el mundo. Una palabra
del Señor, un toque de su poder terrible, y estas masivas estructuras
caerán. No podemos imaginarnos el carácter terrible de las escenas
que ocurrirán”.
El 1.° de septiembre de 1902, la Sra. White escribió:
“En las grandes ciudades, tales como San Francisco, deben rea-
lizarse reuniones en carpas bien equipadas, porque de aquí a no
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mucho tiempo estas ciudades sufrirán bajo los juicios de Dios. San
Francisco y Oakland están llegando a ser como Sodoma y Gomorra,
y el Señor las visitará con ira”.
El 20 de junio de 1903 escribió: “Los juicios de Dios están en
nuestro país. El Señor pronto vendrá. Con fuego, con inundación
y con terremotos, él está advirtiendo a los habitantes de esta tierra
de su próxima aparición. ¡Ojalá que el pueblo conozca el tiempo
de su visitación! No tenemos tiempo que perder. Debemos hacer
esfuerzos determinados para inducir a la gente del mundo a ver que
el día del juicio está cercano”.
El 3 de junio de 1903 escribió: “Hay muchos con los cuales está
luchando el Espíritu de Dios. El tiempo de los juicios destructivos
de Dios es el tiempo de misericordia para aquellos que no tienen
ninguna oportunidad para enterarse de la verdad. El Señor los consi-
The Review and Herald, 5 de julio de 1906
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