Página 36 - Notas biogr

Basic HTML Version

32
Notas biográficas de Elena G. de White
ello. En aquel momento las promesas de Dios me parecieron otras
tantas perlas preciosas que se podían recibir con tan sólo pedirlas.
Mientras oraba, desapareció la pesadumbre angustiosa de mi alma
que durante tanto tiempo había sufrido, y las bendiciones del Señor
descendieron sobre mí como suave rocío. Alabé a Dios desde lo más
profundo de mi corazón. Todo me parecía apartado de mí, menos
Jesús y su gloria, y perdí la conciencia de cuanto ocurría en mi
derredor.
El Espíritu de Dios se posó sobre mí con tal poder, que no pude
volver a casa aquella noche. Al recobrar el conocimiento me hallé
[43]
solícitamente atendida en casa de mi tío, donde nos habíamos reuni-
do en oración. Ni mi tío ni su esposa tenían inquietudes religiosas,
aunque el primero había profesado ser cristiano en un tiempo, pero
luego había apostatado. Me dijeron que él se sintió muy perturbado
mientras el poder de Dios reposaba sobre mí de aquella manera
tan especial, y que había estado paseándose de acá para allá, muy
conmovido y angustiado mentalmente.
Cuando yo fui derribada al suelo, algunos de los concurrentes
se alarmaron, y estuvieron por correr en busca de un médico, pues
pensaron que me había atacado de repente alguna peligrosa indis-
posición; pero mi madre les pidió que me dejasen, porque para ella
y para los demás cristianos experimentados era claro que el poder
admirable de Dios era lo que me había postrado. Cuando volví a
casa, al día siguiente, mi ánimo estaba muy cambiado. Me parecía
imposible que yo fuese la misma persona que había salido de casa
de mi padre la tarde anterior. Continuamente me acordaba de este
pasaje: “Jehová es mi pastor; nada me faltará”.
Salmos 23:1
. Mi
corazón rebosaba de felicidad al repetir estas palabras.
Visión del amor del padre
La fe embargaba ahora mi corazón. Sentía un inexplicable amor
hacia Dios, y su Espíritu me daba testimonio de que mis pecados
estaban perdonados. Cambié la opinión que tenía del Padre. Empecé
a considerarlo como un padre bondadoso y tierno más bien que
como un severo tirano que fuerza a los hombres a obedecerlo cie-
gamente. Mi corazón sentía un profundo y ferviente amor hacia él.
Consideraba un gozo obedecer su voluntad, y me era un placer estar