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Notas biográficas de Elena G. de White
proclamación de este mensaje a todos los habitantes de la tierra, para
que esta generación pueda escucharlo y prestarle atención, y pueda
prepararse el camino para la venida de nuestro bendito Señor”.
El pastor George B. Starr tuvo la lectura bíblica, compuesta de
los siguientes pasajes, algunos de los cuales fueron leídos en parte:
Salmos 116:15
;
Eclesiastés 7:2, 4
;
Romanos 8:35, 37-39
;
Juan 6:39-
40
;
Daniel 12:2-3
;
Apocalipsis 14:12-13
;
Ezequiel 37:12-14
;
Isaías
26:19
;
Apocalipsis 7:9-17; 21:4
. La lectura terminó con unos pocos
versículos empecialmente ilustrativos de la experiencia de la vida de
la Sra. White:
Salmos 40:9, 10
y
Marcos 14:8
.
El pastor J. N. Loughborough, venerable pionero con muchos
años de servicio cristiano pero sostenido maravillosamente por Dios
como un testigo viviente de las múltiples providencias en el sur-
gimiento y el progreso del movimiento adventista, fue el primer
orador. Presentó un cálido tributo a la obra de la vida de alguien con
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quien él había trabajado tan a menudo en estrecha asociación desde
el año 1852. Su discurso, compuesto mayormente de reminiscencias
del pasado, siguió como un bosquejo biográfico; aunque fue mucho
más que un mero bosquejo, puesto que revelaba, como lo hizo, la
operación especial del Espíritu Santo en relación con las labores de
la Sra. White. Y luego destacó de nuevo el hecho de que las obras
publicadas por ella exponían la moral más pura, guiaban a Cristo y
a la Biblia, y traían descanso y consuelo a los corazones cansados y
dolientes.
El próximo orador, pastor Starr, se refirió a algunos aspectos
personales de la vida de la Sra. White. “Yo no he escuchado a
ninguna otra persona—dijo él—, hablar del amor a Jesús como la
he oído a ella. Muchas veces la oí exclamar: ‘Yo amo al Señor, yo
amo al Señor, ¡yo amo al Señor!’ Su vida entera estaba dedicada a
lograr que otros lo amaran y lo sirvieran con todo el corazón...
“La considero como uno de los caracteres más fuertes que yo
haya encontrado. Puedo comparar su vida solamente con el roble
robusto que hace frente a los vientos y soporta su embate más
severo, o con la montaña que se ríe de la tormenta... Su fe en Dios
era invencible. Bajo pruebas que habrían barrido la fe de muchos,
ella mantuvo firme su confianza, y triunfó”.
“Al decirle adiós, hace dos semanas—el pastor Starr continuó—,
le dije: ‘Nos alegramos de verla tan despejada esta mañana’. La Hna.