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Notas biográficas de Elena G. de White
(
Apocalipsis 21:1-7; 22:1-5
), y con éstos se vincularon las preciosas
promesas registradas en el capítulo 35 de la profecía de Isaías. “Los
redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sión con alegría; y gozo
perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán
la tristeza y el gemido’”.
La oración
El pastor M. C. Wilcox, de Mountain View, California, elevó la
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petición al trono de gracia: “Bondadoso Dios, nuestro Padre celestial,
te agradecemos porque no hay prueba en la tierra tan grande para la
cual tú no tengas consuelo y fortaleza para tus hijos. Te agradecemos
porque podemos venir a ti esta mañana y saber que tú eres nuestro
Padre. Gracias por el gran amor con el cual nos amas aun en nuestra
condición pecaminosa y mortal, no porque seamos amables, sino
porque tú eres amor.
“Te damos gracías por el don de tu Hijo unigénito; porque él
murió en nuestro favor, y porque en él tú puedes tomar a mortales
indignos como nosotros y prepararlos para la gloriosa herencia
acerca de la cual hemos estado oyendo.
“Te agradecemos porque tu poder es tan grande que puedes
dominar y vencer todo lo que en nosotros es malo: porque puedes
tomar la condición pobre, baja e inmunda de nuestra naturaleza
humana, y convertirla en oro genuino de Dios.
“Te agradecemos por todas las preciosas promesas y seguridades
de tu Palabra; por todas tus fieles amonestaciones; por todos tus
santos preceptos; por la bendita esperanza de la venida de nuestro
Señor que está a las puertas, cuando él transformará a esta tierra con
su propio poder para formar un hogar eterno para todos sus hijos.
“Te agradecemos, oh Padre, por lo que tú has hecho por nosotros
en este último movimiento evangélico. Te agradecemos por la obra
que has realizado por medio de tu sierva, nuestra hermana, que yace
delante de nosotros esta mañana; por todo el consejo e instrucción
que nos has dado por ella; por toda la obra que has realizado por
su medio; por las instituciones que ella ayudó a establecer; por el
poderoso mensaje que ella presentó.
[512]
“Y aunque nuestros corazones se hallan inexpresablemente tris-
tes esta mañana, Padre nuestro, te alabamos por lo que tú has hecho