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Notas biográficas de Elena G. de White
Pero esta nueva y hermosa creencia me descubría la razón por
la cual los inspirados autores de la Biblia insistieran tanto en la
resurrección del cuerpo. Era porque todo el ser dormía en el sepulcro.
Entonces me di cuenta de la falacia de nuestro primitivo criterio
sobre el asunto.
La visita del pastor
Toda mi familia estaba profundamente interesada en la doctrina
de la pronta venida del Señor. Mi padre había sido una de las co-
lumnas de la Iglesia Metodista. Había actuado como exhortador y
había presidido reuniones celebradas en casas distantes de la ciudad.
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Sin embargo, el pastor metodista vino a visitarnos especialmente
para decirnos que nuestras creencias eran incompatibles con el me-
todismo. No preguntó por las razones para creer lo que creíamos,
ni tampoco hizo referencia alguna a la Biblia para convencernos de
nuestro error, sino que se limitó a decir que habíamos adoptado una
nueva y extraña creencia inadmisible para la Iglesia Metodista.
Replicó mi padre diciéndole que sin duda debía equivocarse al
calificar de nueva y extraña aquella doctrina, pues el mismo Cristo,
en sus enseñanzas a sus discípulos, había predicado su segundo
advenimiento, diciendo: “En la casa de mi Padre muchas moradas
hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar
lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra
vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros
también estéis”.
Juan 14:2-3
. Cuando ascendió a los cielos, y los
fieles discípulos se quedaron mirando tras su desaparecido Señor, “he
aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los
cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando
al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo,
así vendrá como le habéis visto ir al cielo”.
Hechos 1:10-11
.
“Y—prosiguió mi padre, entusiasmado con el asunto—, el ins-
pirado apóstol Pablo escribió una carta para alentar a sus hermanos
de Tesalónica, diciéndoles: ‘Y a vosotros que sois atribulados, da-
ros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde
el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar
retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evange-
lio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna