La desilusión de 1843-44
47
Una exhortación del pastor Brown
En cierta ocasión, mientras el pastor Stockman predicaba, el
pastor Brown, ministro bautista ya mencionado, estaba sentado en la
plataforma escuchando el sermón con intenso interés. Se conmovió
profundamente, y de repente su rostro palideció como el de un
muerto; se tambaleó en su silla, y el pastor Stockman lo recibió en
sus brazos cuando estaba cayendo al suelo. Luego lo acostó sobre el
sofá que había en la parte trasera de la plataforma, donde quedó sin
fuerzas hasta que terminó el discurso.
Se levantó entonces, con el rostro todavía pálido, pero resplande-
ciente con la luz del Sol de justicia, y dio un testimonio muy impre-
sionante. Parecía recibir una unción santa de lo alto. De costumbre
hablaba lentamente y con fervor, pero de un modo enteramente des-
provisto de excitación. En esta ocasión sus palabras, solemnes y
mesuradas, vibraban con un nuevo poder.
Relató su experiencia con tanta sencillez y candor, que muchos
de los que antes sintieran prejuicios fueron movidos a llorar. En sus
palabras se sentía la influencia del Espíritu Santo, y se la veía en su
semblante. Con santa exaltación, declaró osadamente que él había
tomado la Palabra de Dios como su consejera; que sus dudas se
habían disipado y que su fe había quedado confirmada. Con fervor
invitó a sus hermanos del ministerio, a los miembros de la iglesia, a
los pecadores y a los incrédulos, a que examinasen la Biblia por sí
[62]
mismos y a que no dejasen que nadie los apartase del propósito de
indagar la verdad.
Cuando dejó de hablar, todos los que deseaban que el pueblo de
Dios orase por ellos fueron invitados a ponerse de pie. Centenares
de personas respondieron al llamamiento. El Espíritu Santo reposó
sobre la asamblea. El cielo y la tierra parecieron acercarse. La
reunión duró hasta una hora avanzada de la noche, y se sintió el
poder de Dios sobre jóvenes, adultos y ancianos.
El pastor Brown no se separó ni entonces ni más tarde de su
Iglesia Bautista, pero sus correligionarios le tuvieron siempre gran
respeto.