Actividades en New Hampshire
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por el bien de los demás. “Mi padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”
(
Juan 5:17
), declaró él. La santificación que el Señor enseñaba se
mostraba por hechos de bondad y misericordia, y por el amor que
induce a los hombres y mujeres a considerar a otros mejores que
ellos mismos.
Hablando de la fe, uno de ellos dijo: “Todo lo que tenemos que
hacer es creer, y cualquier cosa que pedimos de Dios nos será dada”.
El pastor White sugirió que había condiciones para que esta
promesa se cumpliera: “‘Si permanecéis en mí, y mis palabras per-
manecen en vosotros, pedid todo lo que queréis y os será hecho’,
declaró Jesús
Juan 15:7
. Su teoría de fe—continuó—debe tener un
fundamento”.
La hermana de uno de estos hombres pidió una entrevista privada
conmigo. Ella tenía mucho que decir con respecto a la completa
consagración a Dios, y trató de conocer mis opiniones con respecto a
este asunto. Mientras hablaba, ella me tenía la mano en la suya, y con
la otra me repasaba suavemente el cabello. Oré para que los ángeles
de Dios me protegieran de las influencias impías que esta atractiva
mujer estaba tratando de ejercer sobre mí con su lindo discurso
y sus suaves caricias. Ella tenía mucho que decir con respecto a
las conquistas espirituales y a la gran fe de su hermano. Su mente
parecía estar muy ocupada en pensamientos relativos a él y a su
experiencia. Sentí que necesitaba ser cuidadosa en lo que yo decía,
y me alegré cuando la entrevista hubo terminado.
Estas personas que hacían tan alta profesión de religiosidad
estaban engañando a los incautos. Hablaban mucho con respecto a la
caridad que cubría multitud de pecados. Yo no podía estar de acuerdo
con sus opiniones y sentimientos, y me di cuenta de que estaban
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ejerciendo un terrible poder para el mal, y estaba muy contenta de
alejarme de su presencia.
Tan pronto como las opiniones de estas personas eran contra-
riadas, ellas manifestaban un espíritu terco de justicia propia y re-
chazaban toda instrucción. Aunque profesaban gran humildad, se
jactaban mucho de sus sofismas con respecto ala santificación, y
resistían todo llamamiento a la razón. Nos dimos cuenta de que
todos nuestros esfuerzos para convencerlos de su error eran inútiles,
ya que asumieron la posición de que no necesitaban aprender, pues
eran maestros.