Página 119 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Educando los pensamientos, 16 de abril
Por lo cual, teniendo los lomos de vuestro entendimiento ceñidos, con
templanza, esperad perfectamente en la gracia que os es presentada
cuando Jesucristo os es manifestado.
1 Pedro 1:13
.
Muchos, si quieren agradar a Jesús, necesitan hacer un cambio decidido
en el tenor de sus pensamientos y acciones.—
Carta 43, 1892
.
Los pensamientos deben ser disciplinados. Controlad la mente para que
trabaje en la dirección debida, y según las órdenes emanadas de planes bien
formados. De esta manera, cada paso que se dé será hacia el progreso, y ningún
esfuerzo o tiempo se perderá en seguir ideas vanas y planes trazados al azar.
Debemos considerar el blanco y el objeto de la vida, y siempre mantener en
vista propósitos dignos. Los pensamientos debieran disciplinarse cada día
y mantenerse a punto, como la brújula al polo. Toda persona debiera tener
blancos y propósitos, y luego hacer que cada pensamiento y acción contribuyan
al cumplimiento de aquello que se ha propuesto. Los pensamientos deben ser
controlados. Debe haber una fijeza de propósitos para realizar lo que se ha
emprendido. ...
Nadie, fuera de vosotros, puede controlar vuestros pensamientos. En la
lucha por alcanzar las normas más elevadas, el éxito o el fracaso dependerá
mucho del carácter, y de la manera en la que se disciplinen los pensamientos.
Si los pensamientos están bien controlados, como Dios ha enseñado que se
controlen cada día, se fijarán en aquellos temas que nos ayudarán a obtener una
mayor devoción. Si los pensamientos son correctos, entonces, como resultado,
las palabras también serán correctas; las acciones serán de tal carácter que
traerán gozo y consuelo a las almas. ...
Aquellos que actúan sin pensar cuidadosamente en sus actos, obran in-
sensatamente. Realizan esfuerzos espasmódicos, dan un golpe aquí y otro
allá, echan mano a esto y aquello, pero no les reporta ningún beneficio. Se
asemejan a la enredadera, cuyos zarcillos carecen de disciplina y se extienden
en cualquier dirección, y así se prenden de cualquier basura que esté a su
alcance. Antes que la enredadera pueda ser de utilidad, esos zarcillos deben
romperse y separarse de las cosas a que se han asido, y debe enseñárseles a
enredarse en aquellas cosas que la harán elegante y bien formada.—
Carta 33,
1886, pp. 1-3
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