Página 121 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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El nivel correcto de la mente humana, 18 de abril
Humillaos delante del Señor, y él os ensalzará.
Santiago 4:10
.
¿Qué es lo que da el nivel apropiado a la mente humana? Es la cruz del
Calvario. Contemplando a Jesús, que es el Autor y Consumador de nuestra
fe, desaparece todo deseo de glorificación propia, se origina un espíritu de
humillación y de humildad de la mente. Cuando contemplamos la cruz, pode-
mos ver la admirable provisión que ha proporcionado a cada creyente. Dios en
Cristo ... si se lo ve correctamente, nivelará la exaltación y el orgullo humano.
No habrá exaltación propia, sino que habrá una verdadera humildad.—
Carta
20, 1897, pp. 3
.
La luz reflejada de la cruz del Calvario humillará todo pensamiento orgu-
lloso. Aquellos que buscan a Dios de todo corazón y aceptan la gran salvación
que les es ofrecida, abrirán la puerta del corazón a Jesús. Dejarán de atribuirse
gloria a sí mismos. No se enorgullecerán por sus realizaciones, ni se atribui-
rán el mérito por sus capacidades, sino que considerarán todos sus talentos
como dones de Dios, que deben ser utilizados para su gloria. Toda capacidad
intelectual será considerada por ellos como preciosa únicamente en la medida
en que pueda emplearse para el servicio de Cristo.—
The Youth’s Instructor, 6
de diciembre de 1900, pp. 378
.
La humillación que Cristo sufrió, al vestir su divinidad con humanidad,
es digna de nuestra consideración. Si este tema hubiera sido estudiado con
el cuidado debido, habría mucho menos de “yo” y mucho más de Cristo.
Es la estima propia la que se interpone entre el agente humano y su Dios,
e impide la corriente vital que fluye de Cristo para enriquecer a cada ser
humano. Cuando seguimos a Jesús en la senda de la abnegación y de la cruz,
encontramos que no necesitamos esforzarnos para adquirir humildad. Cuando
andemos en las pisadas de Cristo, aprenderemos a tener su mansedumbre y
humildad de corazón. Debieran dedicarse poquísimos pensamientos al yo,
porque nunca podremos hacernos grandes. La dulzura de Cristo es la que nos
hace grandes.—
Carta 100, 1895, pp. 9
.
El pueblo creyente de Dios, fiel y humilde, desechará de sus corazones la
idolatría, y Cristo llegará a ser el todo en todo.—
Manuscrito 29, 1900, pp. 4
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