Página 137 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Una puerta abierta al trono, 2 de mayo
He aquí, he dado una puerta abierta delante de ti, la cual ninguno
puede cerrar.
Apocalipsis 3:8
.
El Testigo fiel declara: “He aquí, he dado una puerta abierta delante de ti”.
Agradezcamos a Dios de corazón y alma y voz; y aprendamos a acercarnos
a él a través de esta puerta abierta, creyendo que debemos acudir libremente
con nuestras peticiones, y que él nos escuchará y contestará. Es mediante una
fe viva en su poder para ayudar, como recibiremos fortaleza para pelear las
batallas del Señor con una confiada seguridad de victoria.—
The Review and
Herald, 9 de julio de 1908
.
Aquellos que procuran ser fieles a Dios deben negarse muchos de los
placeres mundanos; su camino puede ser cortado, y su obra puede ser estorbada
por los enemigos de la verdad; pero no hay ningún poder capaz de cerrar la
puerta de comunicación entre Dios y sus almas. El cristiano mismo puede
cerrar esta puerta por indulgencia en el pecado, o por rechazo de la luz celestial.
Puede apartar sus oídos del mensaje de verdad, y mediante este procedimiento
cortar la conexión entre Dios y su alma. ...
Todos los días tenemos el precioso privilegio de conectarnos con Cristo,
quien ha abierto una puerta delante de nosotros. Todo el cielo está a nuestras
órdenes. Si somos hijos obedientes de Dios, obtendremos diariamente una
medida de gracia. No importa qué tentaciones, dificultades o persecuciones
nos sobrevengan, no debemos desanimarnos. Ni el hombre ni Satanás pueden
cerrar la puerta que Cristo ha abierto para nosotros.—
The Review and Herald,
26 de marzo de 1889
.
Cuandoquiera que seamos tentados podemos contemplar esta puerta abier-
ta. Ningún poder puede ocultar de nosotros la luz de gloria que brilla desde el
umbral del cielo, iluminando toda la escalera por la cual subimos, porque el
Señor nos ha dado fortaleza en su fortaleza, valor en su valor, luz en su luz.
Cuando los poderes de las tinieblas sean vencidos, cuando la luz de la gloria de
Dios inunde el mundo, veremos y comprenderemos con más claridad que hoy.
Si únicamente comprendiéramos que la gloria de Dios nos rodea, que el cielo
está más cerca de la tierra de lo que suponemos, tendríamos un cielo en nues-
tros hogares mientras nos preparamos para el cielo de arriba.—
Manuscrito 92,
1901
.
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