Página 140 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Buscad a Dios de todo corazón, 5 de mayo
Tornaos a la fortaleza, oh presos de esperanza: hoy también os anunció
que os daré doblado.
Zacarías 9:12
.
Necesitamos educar el alma para que tome y retenga las ricas promesas de
Dios. El Señor Jesús sabe que no es posible para nosotros resistir las muchas
tentaciones de Satanás sin recibir el poder divino que Dios nos da. El sabe
que si confiamos en nuestra propia fortaleza humana, fracasaremos. Por lo
tanto, ha sido tomada toda provisión, para que en cada emergencia y prueba
acudamos a la fortaleza. ... Hemos recibido la promesa de labios que no
mienten. ... Debemos tener fe individualmente para recibir de él las cosas que
ha prometido.
Dios será para nosotros todo lo que le permitamos ser. Nuestras oraciones
lánguidas y sin entusiasmo no tendrán respuesta del cielo. ¡Oh, necesitamos
insistir en nuestras peticiones! Pedid con fe, esperad con fe, recibid con fe,
regocijaos con esperanza, porque todo aquel que pide, encuentra. Seamos
fervientes. Busquemos a Dios de todo corazón. La gente empeña el alma y
pone fervor en todo lo que emprende en sus realizaciones temporales, hasta
que sus esfuerzos son coronados por el éxito. Con intenso fervor, aprended
el oficio de buscar las ricas bendiciones que Dios ha prometido, y con un
esfuerzo perseverante y decidido tendréis su luz, y su verdad, y su rica gracia.—
Manuscrito 39, 1893, pp. 2, 3
.
Clamad a Dios con sinceridad y alma anhelante. Luchad con los agentes
celestiales hasta que obtengáis la victoria. Poned todo vuestro ser, vuestra
alma, cuerpo y espíritu en las manos del Señor, y resolved que seréis sus
instrumentos vivos y consagrados, movidos por su voluntad, controlados por
su mente, e imbuidos por su Espíritu.—
Manuscrito 24, 1891, pp. 27
.
Contadle a Jesús con sinceridad vuestras necesidades. No se requiere de
vosotros que sostengáis una larga controversia con Dios, o que le prediquéis
un sermón, sino que, con un corazón afligido a causa de vuestros pecados,
digáis: “Sálvame, Señor, o pereceré”. Para estas almas hay esperanza. Ellas
buscarán, pedirán, golpearán y encontrarán. Cuando Jesús haya quitado la
carga del pecado que quebranta el alma, experimentaréis la bendición de la
paz de Cristo.—
Manuscrito 29, pp. 4, 5
.
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