Página 144 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

Basic HTML Version

Monumentos conmemorativos, 9 de mayo
Tomó luego Samuel una piedra, y púsola entre Mizpa y Sen, y púsole
por nombre Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová.
1
Samuel 7:12
.
La menor bendición que recibamos, es de más ánimo para nosotros que la
lectura de biografías referentes a la fe y la experiencia de notables hombres
de Dios. Las cosas que hemos experimentado en nosotros mismos acerca
de las bendiciones de Dios a través de sus benignas promesas, debemos
conservarlas en la memoria y, seamos ricos o pobres, eruditos o ignorantes,
debemos contemplar y considerar estas señales del amor de Dios. Cada señal
del cuidado, la bondad y la misericordia de Dios debiera grabarse en forma
indeleble, como un monumento recordativo en la memoria. Dios quiere que
su amor y sus promesas estén escritos en las tablas de la mente. Guardad las
preciosas revelaciones de Dios para que no se pierda ni se empañe ni una sola
letra.
Cuando Israel obtuvo victorias especiales después de salir de Egipto, se
establecieron monumentos para preservar el recuerdo de esas victorias. Dios
le ordenó a Moisés y a Josué que edificaran recordativos. Cuando los israelitas
ganaron una victoria especial sobre los filisteos, Samuel levantó una piedra
conmemorativa y la llamó Eben-ezer, y dijo: “Hasta aquí nos ayudó Jehová”.
...
En vista de estas cosas pasadas, contemplemos las nuevas dificultades y
las múltiples perplejidades, aun las aflicciones, las privaciones y las desgracias
sin desmayar, sino mirando hacia el pasado y diciendo: “Hasta aquí nos ayudó
Jehová. Encomendaré la protección de mi alma a Aquel que es un fiel Creador.
El cuidará lo que le he confiado en el día difícil”.—
Manuscrito 22, 1889, pp.
6
.
Miremos los monumentos conmemorativos de lo que Dios ha hecho para
confortarnos y salvarnos de la mano del destructor. Tengamos siempre pre-
sentes todas las tiernas misericordias que Dios nos ha mostrado: las lágrimas
que ha enjugado, las penas que ha quitado, las ansiedades que ha alejado,
los temores que ha disipado, las necesidades que ha suplido, las bendiciones
que ha derramado, fortificándonos así a nosotros mismos, para todo lo que
está delante de nosotros, en el resto de nuestra peregrinación.—
El Camino a
Cristo, 127
.
[138]
140