Página 160 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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El espíritu dado condicionalmente, 25 de mayo
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros
hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los
que lo pidieren de él?
Lucas 11:13
.
Cristo ha prometido el don de su Espíritu a su iglesia, y la promesa nos
pertenece tanto a nosotros como a los primeros discípulos. Pero ésta, como
otras promesas, también es dada bajo una condición. Hay muchos que creen
y profesan pedir el cumplimiento de la promesa del Señor; hablan acerca de
Cristo y acerca del Espíritu Santo, y sin embargo no reciben ningún beneficio.
No entregan el alma para ser guiada y regida por los instrumentos divinos. No
podemos utilizar al Espíritu Santo. El Espíritu Santo ha de usarnos a nosotros.
Mediante el Espíritu, Dios obra en su pueblo “el querer como el hacer, por
su buena voluntad”.
Filipenses 2:13
. Pero muchos no quieren someterse a
esto. Quieren gobernarse a sí mismos. Por esto no reciben el don celestial. El
Espíritu es dado únicamente a aquellos que esperan con humildad en Dios,
quienes buscan su dirección y gracia. ...
No tiene límite la utilidad de aquel que, poniendo a un lado el yo, permite
que el Espíritu Santo obre en su corazón, y vive una vida plenamente consa-
grada a Dios. ... Si su pueblo quita las obstrucciones, él derramará las aguas
de la salvación en corrientes abundantes, mediante los canales humanos. ...
El Espíritu proporciona la fortaleza que sustenta al alma que lucha y se
esfuerza en toda emergencia, en medio de la hostilidad de los parientes, del
odio del mundo, de la comprensión de sus propias imperfecciones y errores.
La unión del esfuerzo divino y humano, la estrecha conexión, primero,
último y siempre con Dios, la fuente de toda fortaleza—esto es absolutamente
necesario.—
The Review and Herald, 19 de mayo de 1904
.
A Jesús, quien se vació a sí mismo por la salvación de la humanidad
perdida, le fué concedido abundantemente el Espíritu Santo. Así será dado
a cada seguidor de Cristo, cuando todo el corazón le sea entregado para que
more en él. Nuestro Señor mismo dió la orden: “Sed llenos del Espíritu”
(
Efesios 5:18
), y esta orden también es una promesa de su cumplimiento.
Fué del agrado del Padre que en Cristo habitara toda la plenitud, y que en
él estemos cumplidos.
Colosenses 2:9, 10
.—
The Review and Herald, 5 de
noviembre de 1908
.
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