Página 220 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Hojas del árbol de la vida, 21 de julio
Y Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida: el que a mí viene, nunca tendrá
hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
Juan 6:35
.
El mundo perece por falta de la verdad, de la verdad pura y no adulterada.
Cristo es la verdad. Sus palabras son verdad.—
Manuscrito 130, 1897, pp. 1
.
Cuando el creyente, en la comunión del Espíritu, puede tocar la verdad con
sus manos y apropiarse de ella, come del Pan que procede del cielo. Entra en la
vida de Cristo, y aprecia el gran sacrificio hecho en beneficio de la humanidad
pecadora.
El conocimiento que procede de Dios es el pan de vida. Son las hojas
del árbol de la vida que son para la sanidad de las naciones. La corriente de
la vida espiritual mueve el alma cuando las palabras de Cristo son creídas y
practicadas. Así es como somos hechos uno con Cristo. La experiencia que era
débil, se hace fuerte. Si mantenemos firme hasta el fin el principio de nuestra
confianza, obtendremos la vida eterna. Debemos recibir toda verdad como la
vida de Jesús. La verdad nos limpia de la impureza, y prepara el alma para
la presencia de Cristo. Cristo se forma en el interior como la esperanza de
gloria.—
Manuscrito 103, 1902, pp. 2
.
Debemos participar cada día de la verdad. Debemos comer las palabras de
Cristo, las cuales él declara que son espíritu y vida. La aceptación de la verdad
hará de cada persona que la recibe un hijo de Dios y un heredero del cielo.
La verdad que está en el corazón no es letra fría y muerta. ... Hay plenitud
de gozo en la verdad. Hay nobleza en la vida del agente humano que vive
y obra bajo la influencia vivificadora de la verdad. La verdad es sagrada y
divina. Es más fuerte y más poderosa que cualquier otra cosa en la formación
del carácter a la semejanza de Cristo. Cuando se la aprecia en el corazón,
el amor de Cristo es preferido al amor de cualquier ser humano. Esto es el
cristianismo. Así la verdad, pura y no adulterada ocupa la ciudadela del ser.
Esta es la vida de Dios en el alma. “Y os daré un corazón nuevo, y pondré un
espíritu nuevo dentro de vosotros”.
Ezequiel 36:26
.—
Manuscrito 130, 1897
.
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