Página 23 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Mirad y vivid, 14 de enero
Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el
Hijo del hombre sea levantado: para que todo aquel que en él creyere,
no se pierda, sino que tenga vida eterna.
Juan 3:14, 15
.
La misma lección que Cristo le pidió a Moisés que enseñara a los hijos
de Israel en el desierto, es para las almas que sufren bajo la plaga del pecado.
Cristo le habló a Moisés desde la ondeante nube, y le dijo que hiciera una
serpiente de bronce, y la colocara sobre un palo, y que les indicara a todos
los que fueran mordidos por las serpientes ardientes, que miraran y vivieran.
¿Qué habría sucedido si en lugar de mirar, como Cristo les había ordenado,
ellos hubieran dicho: “Yo no creo que me hará el menor bien mirar. Sufro
demasiado con la mordedura de la serpiente venenosa”? La obediencia era el
objeto que debía lograrse; obediencia implícita y ciega, sin detenerse a inquirir
la razón o la ciencia del asunto. La palabra de Cristo era: “Mirad y vivid”. ...
Queremos un conocimiento claro acerca de lo que Jesús es para nosotros.
Queremos tener un conocimiento distinto de las victorias ganadas para nuestro
bien. El destruyó principados y potestades, y los expuso abiertamente. Rompió
los sellos de la tumba, y salió para tomar su vida que había depuesto por
nosotros. Ascendió a las alturas después de tomar cautiva a la cautividad, y
recibió dones para los hombres. El soportó por nosotros todo este sufrimiento.
... Será nuestro ayudador y nuestro refugio en todo tiempo de necesidad. En
nuestra experiencia cristiana debiera revelarse como nuestro Salvador siempre
presente y del todo suficiente.
Solamente mirar y vivir. Deshonramos a Dios cuando no salimos de la
oscura celda de las dudas hacia la cámara superior de la esperanza y de la fe.
Cuando la luz brille con todo su esplendor, afirmémonos en Jesús mediante
la poderosa mano de la fe. No sigáis cultivando vuestras dudas, expresándolas
y poniéndolas en otras mentes, y convirtiéndoos así en agentes de Satanás
para sembrar la semilla de la duda. Hablad de fe, de una fe viva, cultivad el
amor por Dios; evidenciad ante el mundo todo lo que Jesús es para vosotros.
Exaltad su santo nombre. Hablad de su bondad; hablad de su misericordia y
hablad de su poder.—
Manuscrito 42, 1890, pp. 21, 23
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