Página 235 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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El peligro de “no hacer nada”, 4 de agosto
El camino del perezoso es como seto de espinos: mas la vereda de los
rectos como una calzada.
Proverbios 15:19
.
El trabajo es una bendición para la juventud. El joven debiera descartar
como un vicio la vida de ociosidad. Por humilde que sea una ocupación, si
es honorable, si los deberes humildes son hechos fielmente, él no perderá su
recompensa. La laboriosidad es indispensable para la salud. Si se estimulara
el hábito del trabajo se cerraría una puerta contra mil tentaciones. Aquellos
que desperdician sus días, sin tener un blanco o un objeto en la vida, se ven
afectados por el desánimo y tentados a buscar diversión en placeres prohibidos
que enervan el organismo y recargan las facultades físicas diez veces más
que el trabajo más agobiador. La indolencia destruye más que el trabajo duro.
Muchos mueren porque no tienen la capacidad o la inclinación de ponerse al
trabajo. “No hacer nada” ha matado a miles.
Si los jóvenes mantienen hábitos de virtud, y de estricta pureza, y observan
las leyes que Dios ha establecido en el organismo, pueden conservar sus vidas
aunque se les exijan trabajos arduos durante toda la vida. Una larga vida es la
herencia de la diligencia.
Algunos jóvenes piensan que si pudieran pasar toda la vida sin hacer nada
serían extremadamente felices. ... Envidian a los hijos del placer que dedican
sus vidas a la diversión y la alegría. ... La infelicidad y la angustia son el
resultado de tales pensamientos y conducta. “No hacer nada” ha hundido en la
perdición a más de un joven. El trabajo bien regulado es esencial para el éxito
de cada joven. Dios no habría podido infligir una maldición mayor sobre los
hombres y las mujeres que condenarlos a una vida de inacción. La ociosidad
destruirá el alma y el cuerpo. Se debilitan el corazón, el carácter moral y las
energías físicas. El intelecto sufre, y el corazón queda expuesto a la tentación
como una avenida abierta para hundirse en todo vicio. El hombre indolente
tienta al diablo a que lo tiente. ...
La religión será para vosotros un ancla. La comunión con Dios impartirá
a cada impulso santo un vigor que hará que los deberes de la vida resulten
placenteros.—
Manuscrito 2, 1871, pp. 10, 11
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